¿Es Ciudadanos imparable en España?

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Las encuestas en España hablan de un fenómeno aparentemente irresistible para la clase política: el ascenso de Ciudadanos, la joven formación catalana crítica del independentismo, como próximo gobierno español.

Metroscopia indica que el partido de Albert Rivera encabeza las preferencias con 28,3%, seguido por el Partido Popular (21,9%), el PSOE (20,1%) y Unidos Podemos (16,8%). El oficialista Partido Popular pierde 11 puntos con respecto a las elecciones de 2016, el PSOE pierde dos puntos y Podemos, más de cuatro. Ciudadanos sube más de 15.

Hasta hace poco, se tenía la impresión de que el ascenso de Ciudadanos era un simple epifenómeno de su batalla contra el independentismo en Cataluña. Por tanto, la opinión general era que le quitaría votos a la derecha y por poco tiempo. Sin embargo, aunque le quita votos a la derecha, se los quita también a la izquierda y su arraigo creciente en los votantes desborda la cuestión catalana.

Si Ciudadanos fuera percibido como un partido de derecha, no le estaría birlando casi el 20% de sus votantes a los socialistas (e incluso se lleva algunos votos de Podemos). Lo cual quiere decir que Ciudadanos despierta un entusiasmo transversal en la sociedad española que tiene que ver con el rechazo a los partidos y la clase política, el mismo asunto que catapultó en su día a Podemos pero con un posicionamiento en el espectro que da tranquilidad, en estos tiempos en que la "indignación" ciudadana es menos radical, a distinto tipo de votantes deseosos de cambios.

Aunque Ciudadanos ya no es sólo un epifenómeno de la batalla contra el independentismo catalán, la ironía está en que esta agrupación alcanzó una proyección nacional gracias a los independentistas. El separatismo catalán ha contribuido grandemente a convertir al enemigo en una alternativa ya no sólo en Cataluña sino en toda España. Nadie sabe para quién trabaja.

El camino a la Moncloa no va a ser fácil para Albert Rivera. Los partidos tradicionales van a tratar de destruirlo antes de que se termine de merendar sus votos. Por lo pronto, el partido del Presidente Rajoy está sufriendo una hemorragia electoral a manos de Ciudadanos. Un 62% de sus votantes sostienen que el tiempo de Rajoy ha pasado, lo que parece ser una justificación para que tantos de quienes habían respaldado al gobierno actual en las urnas se pasen ahora a Ciudadanos.

Pero sí como Rivera y compañía tendrán enfrente al "juggernaut" de los grandes partidos, tendrán también un desafío programático. Hasta ahora, Rivera, que se define como liberal, ha mantenido una relativa vaguedad ideológica para no ser encasillado y no perder un atractivo transversal. Si los votantes lo percibieran como un perfecto sucedáneo ideológico de Rajoy, su capacidad para atraer votantes de centro izquierda se vería cancelada.

Rivera tiene la ventaja de que su línea en asuntos valóricos es mucho más liberal que la del conservadurismo español, lo que ayuda a evitar que se lo asocie con la derecha pura y dura. Además, aunque planta cara resueltamente al independentismo, propone una descentralización, en lo que respecta a la financiación de las autonomías, mayor de la que ya existe. Esta causa, en España, tiende a ser asociada más con la izquierda que la derecha (el socialismo, por ejemplo, propone el federalismo). Todo esto "compensa" la imagen de derecha que le ha generado su defensa de la unidad de España y su respaldo crítico a Rajoy cuando necesitó el voto de Ciudadanos para obtener la investidura tras los últimos comicios.

La política española sigue dando vuelcos inesperados, poniéndolo todo de cabeza. Tiempos interesantes…y raros.

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