Columna de Alberto Aedo: La pandemia y una real oportunidad para la salud mental



Qué duda cabe que en los últimos 15 meses la vida de todos ha cambiado. Ese lejano anuncio a inicios del 2020 de una enfermedad que iniciaba en China, fue una experiencia lenta y llena de incertidumbre, que avanzó lentamente hasta la puerta de nuestras casas y de nuestras vidas, para finalmente entrar en nuestra existencia de las más diversas formas: por la afectación propia de la enfermedad (con ya más de 32 mil chilenos fallecidos), por el impacto en los empleos, por la forma de relacionarnos con quienes no compartíamos casa, por la abrupta adaptación al teletrabajo y al tele-estudio. Y en este escenario, todas nuestras herramientas de adaptación puestas a prueba.

Llenos de optimismo, suponíamos entonces que sería un periodo breve, coincidente con el invierno de 2020, y que ya con la primavera, esta inédita experiencia la observaríamos con distancia. Adaptarnos entonces era algo temporal, y aunque incómodo, esperábamos que sería solo eso. Pero la realidad nos ha mostrado otra cosa. Hemos entrado nuevamente a un invierno, el de 2021, con confinamientos y desconfinamientos y lo que fue incertidumbre, hoy muta a desesperanza, a “aprender a vivir la vida con este invitado ajeno”.

Ya no está la energía inicial, muchos no resisten un nuevo encuentro por pantallas, y conceptos como el de “fatiga pandémica” se han escuchado con frecuencia en las últimas semanas, para recordarnos quizás lo más obvio: no estamos viviendo la vida que siempre vivimos.

Este contexto ha hecho a nivel mundial algo predecible, y es que las atenciones psicológicas y psiquiátricas hayan subido con mucha fuerza en la ya saturada realidad chilena. Desde personas afectadas por Covid y los trabajadores de la salud, en que las experiencias límite que han sorteado y sus síntomas se asemejan a soldados de guerra, pasando por los duelos complicados en los que muchas familias hoy se encuentran, hasta los niños y adolescentes y un muy preocupante incremento de la suicidalidad (ideas y/o intentos suicidas).

Entonces, ¿dónde encontramos luz en este túnel? Justamente aparece en el “ahora” correctamente utilizado concepto de salud mental (digo esto, porque con frecuencia lo usamos para enfermedad mental, y no en una labor preventiva como todo acto de salud debiese ser).

La evidencia científica nos ha mostrado que personas que han podido seguir una rutina, mantener una dieta balanceada, practicar actividad física o hablar con familiares y amigos reportaron menor sintomatología ansiosa y depresiva, así como menos cambios en la calidad del sueño.

Las pausas por el confinamiento también han posibilitado reflexiones en cómo queremos seguir viviendo, y no pocas personas han tomado decisiones respecto al trabajo a seguir, la comuna en la que quieren que su proyecto de vida se realice, alejados de la vorágine de los años pre pandémicos en que la inmediatez colmaba todo. Recordar finalmente, que pese a la adversidad, el ser humano se sobrepone.

Alberto Aedo, psiquiatra de adultos y jefe de la Unidad de Trastornos del Ánimo de la Red de Salud UC CHRISTUS.

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