Columna de César Barros: La misión

27/10/2022 FOTOGRAFIAS A MARIANA MAZZUCATO FOTO: MARIO TELLEZ / LA TERCERA


Las ideas de Mariana Mazzucato traen a la memoria esa gran película de los 80: La Misión, con Robert de Niro, Jeremy Irons y un gran elenco.

La corona castellana se impuso dos grandes “misiones” para América: la cristianización de sus habitantes (de ahí el nombre de las numerosas misiones y misioneros que acompañaron siempre a los conquistadores) y la extracción de oro y plata en una “misión” público-privada, en que los conquistadores -a su costo- podían explotar los nuevos reinos compartiendo con la corona “el quinto real” (20%) y apoyando la misión civilizadora del cristianismo, operación que funcionaba en forma no muy distinta a la de una moderna concesión.

La misión cristianizadora funcionó, siendo hoy el continente americano quien muestra mayor número de cristianos en el mundo. La misión económica público-privada respecto de las riquezas del Nuevo Mundo, mucho menos (es cosa de ver dónde estamos), porque la corona se gastó las riquezas americanas en sus guerras por los Países Bajos, en Italia y en combatir a los piratas berberiscos. Y en otra “misión” no menor: en “comprar” la corona imperial para Carlos V a los electores del Imperio (pagos financiados por los Fugger y garantizados con los ingresos de América).

Tal como Mazzucato ha estudiado “casos” de misiones gubernamentales (porque ella no tiene “un modelo” general, sino solo “casos” inspiradores), se le puede replicar con montones de “casos” de dudosa moral en “misiones” públicas y/o público-privadas. Uno reciente fue la aplicación del modelo Cepaliano (que trasunta en las actuales ideas de Stiglitz, que se ganó su Nobel -junto a Akerlof y Spence- por avances teóricos más bien neoclásicos, y no por las ideas que expuso en Chile) y su total fracaso. Otra “misión” exitosa fue la bomba atómica. Sin duda ayudo a tener después centrales térmicas atómicas, pero tienen al mundo en vilo, sin olvidar a Chernobyl y las amenazas actuales de Putin. La guerra de Vietnam (otra misión: las guerras son siempre “misiones”) dio al mundo nuevos adelantos en aeronáutica, ciencia, pero también productos como el “Agent Orange” y el napalm. “Misiones” que, como efectos colaterales, lograron algunos avances que sí sirvieron a la humanidad, pero a qué costo.

Pretender que Google, Microsoft y Apple “se deben” a la misión lunar de Kennedy, es sumamente peregrino. Pensar que los grandes avances tecnológicos, desde la telefonía, el motor de explosión, los inventos de los hermanos Wright, de Edison y de Bell, y hasta las lavadoras vienen de “misiones” de los estados, “es mula”.

Pero rescatando las ideas de Mazzucato, el Estado chileno sí tiene misiones importantes y pendientes: la modernización del Estado, la salud pública y sus colas, su educación pública, y el crimen y las drogas. Y me quedo corto. Resulta inaceptable que el Estado dedique neuronas y recursos para explotar el litio con Bolivia (que nos ataca cada vez que puede) y con Argentina (esos ases de la macroeconomía), en vez de dedicar ese esfuerzo a las verdaderas misiones de un Estado moderno, y el chileno en particular.

Por César Barros, economista

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