Columna de Gabriela Clivio: No se trata sólo de la última línea



Tenía pensado escribir de la guerra y el gran costo humano; después pensé en escribir sobre los impactos económicos de la misma; hasta que el martes fui a Icare y escuché hablar en persona a Colin Mayer, a quien he seguido desde hace mucho tiempo. Su presentación se articuló alrededor del tremendo rol que cumplen o pueden llegar a cumplir las empresas y la Empresa cuando no solo persigue el beneficio económico sino que encuentra su propósito y opera al servicio del mismo. Mayer habló sobre una importante empresa danesa del rubro farmacéutico y que se ha convertido en la compañía con mayor capitalización bursátil del mundo. Salí de Icare convencida de que tenía el tema para escribir mi columna. Como siempre, la vida no deja de sorprenderme. Hoy en la mañana me di cuenta que (¡oh casualidad!) era el cuarto aniversario del 18 de octubre de 2019 y tenía agendado moderar un conversatorio en la FEN que había titulado “El emprendimiento como solución de problemas”. Como panelistas había convocado a grandes emprendedores, empresarios y amigos entrañables y a una tremenda mujer (Sofía Giraudo), que la estaba realmente rompiendo en el mercado laboral al conectar a los jóvenes con las empresas y acortar notoriamente el tiempo de búsqueda de pega, a la vez que permitir un match entre la cultura empresarial de quien buscaba talento y las preferencias de quien quería no solo trabajar sino “ser parte”.

Así, uno a uno, mis invitados contaron desde cómo solucionaron y mejoraron la vida de aquellos que no podían ejercer su título profesional por no haber llegado al país, como fue el caso de Migrante (Diego Fleischmann), cómo pasaron de ser un proveedor de equipos médicos a trabajar codo a codo con los profesionales de la salud y tener más de 30 publicaciones a su haber (como es el caso de Alfredo con ++Zepeda). Finalmente, otra mujer y amiga, Catherine Ruz, contó con un desparpajo a toda prueba cómo vendiendo seguros no solo financió su magíster, sino que comenzó a buscar soluciones para las personas que atendía de acuerdo con lo que ellas necesitaban, y así dio el salto a convertirse en una “socia” de empresas multinacionales, al ofrecer un producto que atendía a todos los colaboradores de la empresas en lo que ellos necesitaban, desde ahorrar para poder llegar a fin de mes hasta inversiones en inmuebles o seguros súper sofisticados. Todos los invitados contaron no solo sus éxitos sino sus fracasos por diferentes motivos. Lo cierto es que algo tenían en común, además de haber hecho camino al andar, y era haber descubierto su propósito y dejarse acompañar, aconsejar, guiar y aprender con humildad. Este es el tipo de empresa que le hace bien al país.

Lo mismo que justamente hablaba Colin Mayer en Icare. En su exposición, Colin comentó sobre la forma de capitalismo que surgió en Gran Bretaña, que contaba con accionistas dispersos con poderes para elegir directores y destituirlos con o sin causa, grandes mercados bursátiles, activos para el control corporativo, un buen sistema legal, una sólida protección de los inversores, una autoridad antimonopolio rigurosa, pero que en realidad no solucionaba problemas. Lo que mantiene vivas a las empresas y nos hace querer pertenecer a ellas es la solución de problemas reales y no solo la última línea.

Por Gabriela Clivio, economista y académica

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