Columna de Gabriela Clivio: Prometer es fácil, cumplir es otro tema



Más de tres horas duró la cuenta pública del Presidente de la República de hace ya varios días. En dicha oportunidad, además de mencionar los logros conseguidos en algo más de un año de gobierno, se realizaron nuevas promesas. Algunas cosas fueron diferentes en esta versión, comparadas con la anterior, pero el efecto en la aprobación del gobierno a nivel de encuestas fue el mismo: una nueva alza en la aprobación, que sin embargo en 2022 no se mantuvo. La novedad es que un año atrás, la implementación del programa de gobierno se presentaba condicionada al resultado del plebiscito del 4 de septiembre. Doce meses más tarde, el cumplimiento de las nuevas promesas del gobierno vuelve a presentarse condicionada a algo fuera de su control: en esta oportunidad, a la aprobación de la reforma tributaria. Se sigue insistiendo con el mismo proyecto ya rechazado, y seguro sobrestiman lo que se recaudará.

Me preocupa tremendamente que se siga presionando por una reforma tributaria presentada ahora bajo el nombre de “Pacto Fiscal”, y que se supone considera una suerte de conducta fiscal responsable. Poco se dice o menciona sobre la eficiencia del gasto público o la reasignación de recursos en programas mal evaluados; y ni por casualidad se menciona el alza de los empleos públicos del último tiempo, que ya suman 91.000 nuevos funcionarios e implican 4.000 millones de dólares, superando el 1% del PIB. Tampoco nada se dice sobre las pensiones de gracia otorgadas. El alza que se persigue de los impuestos se presenta justificada por la necesidad de aumentar los recursos fiscales para “solucionar las necesidades sociales” que han aparecido en los últimos años.

Así, de no aprobarse la reforma, pareciera como que se eligiera no mejorar la calidad de vida de los chilenos, cuando nada está más lejos de esto.

Al comienzo de las discusiones tributarias, el alza en la recaudación se justificaba en el cierre de la brecha de recaudación medida como porcentaje del producto con el grupo de países de la OCDE. Lo cierto es que seguir insistiendo en cómo gastar una mayor recaudación consecuencia de una reforma no es ni por casualidad el camino, pero lamentablemente este es el estado de la discusión.

En este análisis, vale la pena también destacar que la reforma tributaria aprobada durante el segundo gobierno de Michelle Bachelet recaudó una cifra cercana al 1% del PIB, mientras que provocó el estancamiento de la economía, junto con el deterioro de las expectativas. Hoy, y así como están las cosas, pareciera que ni siquiera el aumento de la recaudación más optimista logrará cuadrar las promesas anunciadas.

El aumento de la recaudación, de lograr materializarse, no es la panacea y, como es ya tradición, el crecimiento económico sigue ausente de protagonismo. Lo cierto es que no todos los problemas se solucionarán con un alza de impuestos y, en los hechos, ni aun cuando se apruebe la reforma tributaria ya rechazada, será posible financiar la lista actual de promesas.

Mientras tanto, en el planeta Tierra, en Chile, el desempleo sigue al alza, el Imacec sorprende con una cifra aún más negativa que lo esperado, la productividad sigue estancada y los consumidores adaptan sus hábitos para lidiar con la inflación y el deterioro de su poder adquisitivo. Pero, de nuevo, prometer es más fácil que cumplir.

Por Gabriela Clivio, académica y economista

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.