Columna de Gabriela Clivio: Seamos realistas, pidamos lo posible

Andrés Pérez.
Por Gabriela Clivio, economista y CFA Directora de Mazars Chile.
Hace ya muchos años, en mayo de 1968 en París, en medio de las protestas estudiantiles, aparecía en los muros una frase que fue inmensamente reproducida: “Seamos realistas, pidamos lo imposible”. Lo cierto es que, al contrario de lo que sucedía en la ciudad luz hace ya más de medio siglo, en el Chile de hoy, tenemos que ser realistas y pedir justamente lo que es posible y despegarnos del idealismo que se ha visto desde el año 2019. Vivimos en un país pequeño y acertadamente abierto al mundo en medio de una coyuntura compleja en la cual el Banco Central proyecta ahora una inflación de 12% para este año y una contracción de la economía entre 0,5% y 1,5% para el año próximo. ¿Qué es lo posible y quién debe cumplirlo?
Lo posible tiene que ser volver a crecer, pero para ello es condición primera volver a vivir en un ambiente de seguridad. Lamentablemente, el “lindo país esquina con vista al mar” ocupa ahora el segundo lugar de la región después de Colombia en materia de ataques terroristas, ubicándose a nivel mundial incluso por delante de Israel, un país que sufre permanentemente este tipo de acciones desde su creación y ocho puestos por detrás de Pakistán territorio donde se refugió en su minuto Osama bin Laden.
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El impacto económico de la violencia no es menor. En la literatura existen investigaciones que muestran que el crecimiento en las economías estudiadas hubiera sido mucho mayor en el caso de no existir este lamentable fenómeno. A nivel de los individuos un ataque aumenta la probabilidad de muerte y a nivel de empresa puede asimilarse a una total depreciación del activo, teniendo ambos casos un efecto muy negativo a nivel agregado. Solo a modo de ejemplo, los autores Blanchard–Yari prueban usando un modelo VAR la existencia de co-movimientos entre las variables consumo, inversión y exportaciones en respuesta a un shock exógeno que refleja, por ejemplo, el terrorismo. En este clima de inseguridad, impactado por una brutal escalada de violencia que amenaza con convertirse en terrorismo la economía se verá sin dudas negativamente afectada. Tenemos que ser realistas e incorporar este tema en el diseño de las políticas públicas de manera urgente.
Podemos pensar, además, que este no es el momento para hacer cambios dramáticos en otras áreas. No es el momento de afectar de manera negativa ni los derechos de propiedad, ni el ahorro, ni seguir insistiendo con un cambio en la política comercial. Es realista pensar que tenemos que volver a retomar la senda de crecimiento económico que fue lo que nos permitió una mejora en el ingreso per cápita, la reducción de la pobreza y el crecimiento de la clase media en las décadas anteriores. Es realista pensar que tenemos que avanzar en tener un país con mayor cohesión social, con más oportunidades para las mujeres donde el tamaño del Estado no siga creciendo y se focalice en ser más eficiente.
Quedan muchos temas concretos y posibles en los cuales se debe avanzar de manera urgente antes de pensar en temas imposibles de concretar. En octubre del año 2019, una gran cantidad de personas pedía mejores pensiones, mejor educación y mejor salud. A estos temas en la actualidad se debe sumar el problema de la inseguridad. Tenemos que abordar esto, antes de mirar o considerar los imposibles. Seamos realistas.
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