Columna de Mauricio Morales: Sufrimiento con renuncia



El Presidente Boric construyó una coalición con dos alianzas de orígenes muy distintos: Apruebo Dignidad (AD) y “socialismo democrático” (SD). El programa original de primera vuelta fue escrito con AD, mientras que las correcciones de ese mismo programa para la segunda vuelta se hicieron con los equipos de Yasna Provoste y Marco Enríquez-Ominami, lo que se plasmó en el documento “Acuerdo de Implementación Programática”. En ese texto no se modificaron sustancialmente los objetivos del programa, aunque sí sus velocidades de implementación. El problema, sin embargo, es el siguiente: el Presidente gobierna con un programa de AD, pero con una gestión política y económica encabezada por el SD. Fue él mismo quien le entregó al SD los ministerios más relevantes. Por tanto, no será tan sencillo convencer a su equipo más cercano de AD que parte del programa de gobierno, simplemente, no se podrá cumplir.

¿Qué promesas no podrán cumplirse o, al menos, no de la manera en que originalmente se estipularon en el programa de gobierno? La mayoría de ellas dependía de la aprobación del nuevo texto constitucional, y otras de una importante reforma tributaria que le permitiera al Fisco recaudar un mayor volumen de recursos. Primero, la promesa de poner fin a las AFP. Si bien es una aspiración del Presidente y de su ministra del Trabajo, es casi imposible que la reforma previsional sea aprobada incluyendo esta propuesta. El gobierno es minoría en la Cámara, donde conviven 22 partidos, mientras que en el Senado registra un empate con la derecha. Segundo, la generación de un sistema universal de salud en que las Isapres solo tendrían un rol de aseguradoras complementarias voluntarias. Esto también estuvo presente en el texto constitucional rechazado. Si bien las Isapres se encuentran en una situación económica difícil, el gobierno no cuenta con los votos en el Congreso para decretar su extinción. Tercero, la refundación de las policías. Esto es un total sinsentido. El gobierno ya entendió que sin Carabineros no hay política de seguridad pública, y que en lugar de “refundar” la institución, lo razonable es proveerla de mayores recursos. Cuarto, la “condonación universal de las deudas estudiantiles” es otro asunto difícil de cumplir. No por voluntad del gobierno, sino que por la restricción presupuestaria. Esto generará desánimo en parte de las bases sociales del Presidente que de manera entusiasta respaldaron su candidatura con la expectativa de anular sus deudas, pero la realidad económica indica otra cosa. Quinto, la construcción de 260 mil viviendas es una promesa difícil de cumplir en el contexto de crisis económica, pero acá el gobierno- simplemente- debe ajustar sus metas.

Es cierto que estas cinco promesas son muy importantes para AD. Pero -por decisión presidencial- el gobierno está en manos del SD. Por eso mismo la ministra Tohá llamó a “actualizar” el programa o, más bien, las promesas del gobierno. Hay, entonces, un choque entre el idealismo que cultivan legítimamente los sectores de izquierda, y el realismo que impulsan los sectores más acostumbrados a gobernar y que provienen del PS y de PPD. El Presidente no lo ha dicho de manera explícita, pero si bien es cierto que su corazón está con AD, su cabeza está totalmente inclinada al SD. Es un sufrimiento con renuncia. Doloroso, pero sanador.

Por Mauricio Morales, académico Universidad de Talca

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