Columna de Patricio Hales: La batalla gramsciana en la reforma tributaria

AGENCIAUNO
Derrotado el gobierno en su proyecto de Reforma Tributaria, resistió la tentación astuta de aprovechar resquicios reglamentarios que burlan la exigencia legal de esperar un año para reponerlo. Su alma más frontal buscó insistir inmediatamente, mientas los más hábiles propusieron esperar, desplegando durante 2023 su gran batalla ideológica. Es la receta de Gramsci: conquistar la hegemonía cultural.
El italiano comunista golpeó el comunismo del siglo XX, ampliando el concepto de fuerza de clase, sacándolo del revolucionarismo literal que reducía el triunfo a la violencia como “partera de la historia” para conquistar el poder y amplió la lucha de masas más allá de la barricada y las armas para promover la conquista de las conciencias, la supremacía de las ideas. Buscaba ganar el pensamiento de las mayorías. Decía Gramsci: ganemos la supremacía cultural, la hegemonía.
Los arrogantes refundadores que hoy dominan el gobierno, pretendiendo saberlo todo, no escuchan el pasado ni la experiencia, pero, derrotados en la Constituyente por un 70% y nuevamente en la reforma tributaria, parece que reconocieron que el pensamiento escrito existía antes de su existencia biológica. Dentro del mismo gobierno, el alma más concertacionista, más transaccional, les recordó a los del “avanzar sin transar”, que estudiar, leer, prepararse, son una herramienta indispensable de la política que quiere hacer cambios. No ha sido la juventud del Presidente y sus colaboradores amigos, la culpable de la comisión de un amplio menú de torpezas, errores y metidas de pata. No es producto de su juventud la superficialidad y la altanería gubernamental, sino de su falta de preparación.
Por eso ahora el gobierno, aunque conflictuado por las dos almas que lo componen, está preparándose para conquistar la “Hegemonía Cultural”, desplegando su batería de argumentos, para cuando presente de nuevo la reforma tributaria.
Espero que en su batalla de la ideas escuchen, sin su demagogia identitaria o las descalificaciones cancelatorias.
Mientras la derecha se resistirá, otros apoyaremos corregir impuestos que no estanquen al país, que hagan justicia social, que pongan fin al abuso de la evasión, pero que reparta riqueza y no pobreza. Hay que explicar y no solo oponerse a la repetición de las torpezas de la reforma ya rechazada en el Congreso.
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El gobierno ya ha comenzó a argumentar que los críticos a su reforma provienen de quienes no querríamos financiamiento de los programas sociales. Comenzando su batalla gramsciana, caricaturizan a quienes defendemos incentivos en ciertas áreas de inversión de la economía, las franquicias a la construcción, la gradualidad, la prudencia en medio de la crisis económica que golpea los alimentos, los arriendos, la construcción y castiga siempre a los más pobres. Nos acusan de traidores y voceros de los poderosos.
Los ideólogos del gobierno, están aprendiendo a leer para promover lo que Gramsci llamaba “el dominio cultural en la lucha de clases”. Descubrieron que deben ganar con el discurso y no incendiar iglesias o monumentos. Están buscando conceptos que generen emociones masivas para sumar fuerza cultural y no “Molotov”. Así pretenden reponer ese Impuesto Patrimonial que terminaría castigando al profesional medio, a las Pyme, a la clase media en ascenso y nunca a los super ricos que saben bien eludir sus impuestos.
El paso táctico del gobierno es colocar su proyecto en el Congreso, cuando haya ganado la batalla cultural.
El territorio en disputa en el debate público no es hacer los cambios sino cómo deben hacerse. Porque el triunfo del Rechazo en el Plebiscito Constitucional no apagó las brasas del “estallido 2019″. Permanece el justo repudio al abuso de los poderosos, a la injusticia social y a las desigualdades. Hay demanda viva de justicia social junto con esa fuerza del Rechazo a la Constituyente que muestra el repudio popular a la imprudencia.
Por eso es que quienes queremos el fin de los abusos, justicia social, financiamiento de programas sociales, justicia tributaria, sin torpezas, sin estancamiento, sin más cesantía. Participamos de este nuevo combate de las ideas, para una reforma tributaria, pero que no castigue a esa clase media que lucha por surgir, por mejorar sus vidas, sus patrimonios, sus bienes, sus finanzas.
Hay que recoger el guante y dar la batalla por la hegemonía cultural.
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