Columna de Pía Mundaca: Hay que equilibrar los frentes

04 de Julio de 2022/SANTIAGO FOTO: DIEGO MARTIN/AGENCIAUNO


Ayer, a un año de iniciada la instalación de la Convención Constitucional, se hizo entrega formal del texto al Presidente de la República. Pese a los temores existentes y a la seguidilla de polémicas que antecedieron al evento de cierre, fuimos testigos de un proceso sobrio y republicano, que dio por finalizado el trabajo de la Convención.

La intensidad del último tiempo hace que olvidemos con facilidad lo que pasó hace no tanto. Y con ello me refiero a esa línea de tiempo que comenzó con el estallido social, siguió con una pandemia y ha tenido como telón de fondo un proceso constituyente que ha convivido con diversos hitos, los cuales están asociados a la profundidad de nuestras heridas y desafíos. Pareciera que no ha habido quiebre temporal entre todos estos hechos, y eso hace que haya, entendiblemente, agotamiento.

Hace un año, el domingo de instalación de la Convención hizo que viviéramos los más diversos sentimientos mientras seguíamos la cobertura. Hubo emoción, temor, frustración, alivio, admiración, entre tantas otras sensaciones. Pareciera ser que ese día fue la síntesis perfecta de lo que ha terminado siendo el proceso entero.

Ayer finalizó el trabajo de la Convención, pese a que en varias oportunidades hubo duda de si se lograría finalizar la tarea en los tiempos acordados. No fue hace tanto cuando algunos proponían extender el plazo, reconociendo que la dimensión de la tarea no se condecía con los tiempos disponibles. Por otro lado, no fueron pocos los que en algunas ocasiones temieron que grupos que fueron parte del Acuerdo terminaran desertando del proceso, pero eso tampoco sucedió. Nadie se fue en el camino, nadie quebró la discusión. Por último, y pese a todas las complejidades de una discusión constitucional, no deja de sorprenderme que estemos discutiendo el sistema político que queremos, los derechos consagrados, los cambios de marco para nuestro país; ya sea para criticarlos o para defenderlos. Reconozco que esto último es uno de los tantos privilegios de la elite, pero dudo que alguno haya imaginado que esos serían nuestros temas de discusión en algún momento.

Lo que viene seguirá siendo complejo; hay que equilibrar la discusión de la propuesta constitucional con respuestas rápidas a problemas que no tienen relación con la nueva Constitución. Mientras imaginamos un país con Estado regional, hay nuevas fuentes de vulnerabilidad que no pueden esperar. Tenemos la tarea de pensar aquellos cambios grandes y de largo aliento, responder a lo que sucede hoy, y también a aquello que viene sucediendo hace tanto tiempo y que, pese a ello, sigue sin ser resuelto.

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