Columna de Rafael Sousa: ¿El amanecer de un ciclo conservador?

Foto: Juan Farias / La Tercera
Los efectos de la reciente elección son, evidentemente, más profundos que la simple conformación del órgano que tendrá la última palabra en el actual proceso constituyente. La masiva adhesión lograda por Republicanos, el partido más conservador de los 16 en competencia, ha dejado en crisis a todos los demás y podría significar la consolidación de, por lo menos, tres cambios fundamentales en el escenario político
El primero es el fin del ciclo redistributivo iniciado con el estallido social (2019), institucionalizado a través del triunfo del Apruebo en 2020 y consolidado en la elección de convencionales (mayo de 2021) y la presidencial (diciembre de 2021). No se acaba con esto el ánimo redistributivo en la ciudadanía, pero fracasa el proyecto político y de políticas públicas asociado a este ánimo (reforma tributaria, descentralización fuerte, agenda de género fuerte, cambios radicales en pensiones y salud). El camino queda abierto para la consolidación de un ciclo conservador, que asomó con la mayoría lograda por José Antonio Kast en primera vuelta presidencial y que creció con el triunfo del Rechazo (plebiscito constitucional 2022). La prioridad ciudadana que, probablemente, seguirán teniendo los temas de seguridad e inmigración, y paradójicamente, el buen resultado relativo conseguido por los partidos que están más a la izquierda en el espectro, podrían transformar la moda en tendencia. Una eventual desaprobación ciudadana hacia la conducción de Republicanos en el Consejo Constitucional, podría hacer de este ciclo conservador uno breve.
El segundo cambio que parece consolidarse, muy vinculado al anterior, es lo que podríamos llamar “efecto tabú”, o un cambio en la titularidad de la corrección política. Desde las movilizaciones estudiantiles de 2011, incluso desde el segundo mandato de la Presidenta Bachelet, la izquierda logró levantar exitosamente banderas como la redistribución de recursos o los asuntos de género, basados en el principio de desigualdad, frente a las cuales la derecha no encontró mucha más respuesta que la resignación. Algunos en ese sector adherían genuinamente a los diagnósticos, pero diferían de las soluciones. Otros simplemente no sabían cómo enfrentar la fuerza de esas demandas. Pero la situación cambió. El triunfo de Republicanos y en menor medida de Chile Vamos, no solo acaba con la incomodidad de la derecha frente a esos temas, sino que crea un nuevo tabú en torno a la seguridad y la inmigración. La corrección política se trasladó de bando.
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Por último, el vaciamiento del centro o la espera por nuevos interpretes que le den relevancia. El triunfo del Rechazo en 2022 abrió una oportunidad al centro político. Las encuestas mostraban que una buena parte del Rechazo quería una nueva Constitución y que, también, una parte importante del apruebo esperaba una moderación de aquella propuesta constitucional. Esto requería que los actores tendientes al centro tuvieran la fuerza suficiente para enfrentar a los extremos. Pero esa oportunidad no se materializó. El mal rendimiento electoral de Chile Vamos -apenas mejor en porcentaje de votos que lo conseguido en la elección de convencionales de 2021- y el fracaso de la lista que agrupó al PPD-DC-PR, deja a los bloques más moderados y quienes articularon el acuerdo que habilitó este nuevo proceso constituyente, muy lejos del protagonismo que esperaban. El centro, como espacio de habitación política, se vació. Solo queda disponible como espacio de encuentro, de entrada y salida, para materializar acuerdos. Este contenedor vacío podría ser llenado por Chile Vamos, siempre que se den las condiciones de un fracaso de Republicanos en la conducción del Consejo Constitucional y que en Chile Vamos prevalezca una estrategia de disposición al diálogo y los acuerdos. Amarillos y Demócratas, quienes naturalmente debieran ocupar el centro, tienen la ventaja de no haber participado de esta elección y no cargar con el fracaso. Su gran dificultad es que son formaciones que parecen haber “nacido tradicionales”, en un escenario en que se castiga ese atributo. El centro sigue teniendo un espacio en la política, pero hoy parece no tenerlo en la comunicación política.
Por Rafael Sousa, socio en ICC CRISIS, profesor de la Facultad de Comunicación y Letras UDP
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