Comparaciones convenientes

Políticos, prensa y sociedad civil; todos debemos ser cuidadosos con la manera en que presentamos los hechos, ya que, aunque intentemos corregirnos después, siempre queda algo del mensaje original.



Recientemente, Nueva Zelanda (NZ) aumentó su impuesto personal a los más ricos. La noticia causó revuelo en nuestras redes nacionales y muchos se apresuraron en señalar que, efectivamente, la medida es un ejemplo de las políticas que debiésemos tomar en Chile; un “impuesto a los súper ricos”. Si bien es clara la necesidad de un sistema más progresivo, muchas veces estas posturas nacen del desconocimiento de nuestra legislación tributaria, y son lamentablemente alimentadas por la conveniente manera en que estas noticias son a veces presentadas por figuras públicas. Parece ser que algunas de ellas solo sacan referentes internacionales a la luz cuando les es provechoso, y que solo muestran la parte de la historia que va en línea con sus visiones políticas.

¿Y qué pasó en NZ? Se agregó un nuevo tramo de altos ingresos para el impuesto personal, con una tasa más alta. Ahora, quienes ganen el equivalente de $7.575.000 pesos chilenos mensuales -$4.315.000 corrigiendo por Paridad de Poder Adquisitivo- o más, deberán pagar una tasa marginal del 39% en vez del 33% anterior. Esto es muy distinto al impuesto -al patrimonio- de los súper ricos del que se habla en Chile, y tampoco explica realmente la enorme brecha que existe en recaudación por impuesto personal entre los dos países (un 1,9% vs. un 12,1% del PIB). En efecto, nuestras tasas no distan tanto de aquellas; quienes ganan más de $6.191.000 en Chile se someten a una tasa marginal del 35%, mientras que quienes ganan más de $15.993.000 a una del 40%.

Así, la razón de tal brecha no se encuentra en un “impuesto a los súper ricos” que no exista en Chile, sino que en otras razones. Primero, porque la fracción de personas exentas del tributo es mínima respecto a la de Chile, y porque basta con un salario de clase media para estar sujeto a una tasa del 30%; es decir, sectores medios y bajos tributan más. También, por la alta evasión y postergación de nuestro impuesto personal a la renta, de cuyo total, un 87% es pagado por el 4% de contribuyentes con más ingresos de acuerdo al SII. Esto es fácilmente olvidado por quienes prefieren consignas más fáciles e impactantes.

Más allá de lo tributario, NZ posee otras cualidades que podrían hacerle ruido a uno u otro extremo político, pero que han convertido al país en lo que es hoy en día. Por ejemplo, su gran libertad y apertura económica, una productividad que permite altos salarios mínimos, así como también una funcional política de Estado sobre pueblos originarios; todas valiosas lecciones para nosotros.

Es por ello que, si buscamos inspirarnos en referentes internacionales, es importante considerar todos los aspectos del caso. Al final de cuentas, acostumbrarnos a contar solo una parte de la historia enturbia el debate y nos impide encontrar los puntos en común para avanzar en la construcción del Estado. Políticos, prensa y sociedad civil; todos debemos ser cuidadosos con la manera en que presentamos los hechos, ya que, aunque intentemos corregirnos después, siempre queda algo del mensaje original.

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