Compás de espera

Temáticas de la Constitución de la Republica de Chile
FOTO: PABLO OVALLE ISASMENDI / AGENCIAUNO


Pocas veces los buenos deseos para un nuevo año que comienza han estado rodeados de tanta incertidumbre. Siendo el cambio de folio una oportunidad propicia para transformar el balance acerca del período que termina en renovados propósitos para el año que se inicia, enmendando errores y planteándose nuevos desafíos, los puntos de referencia en esta oportunidad son tan frágiles, que cuesta delinear y planificar una ruta.

La mayoría de los analistas, columnistas y líderes de opinión vaticinan un 2020 extremadamente difícil tanto en lo económico como en lo político, lo cual es bastante obvio en atención al debilitamiento que se observa en la economía, que se suma al inicio de un proceso constituyente de incierto resultado. En un contexto como el actual, de no mediar una actitud en extremo responsable de parte de los líderes del gobierno y de la oposición, así como de aquellos dirigentes gremiales que aspiran a convertirse en portavoces de las demandas ciudadanas, hay un serio riesgo de que la institucionalidad vigente no sea capaz de resistir la ola que se viene, y el resultado final sea uno en el que todos terminamos perdiendo, y en mayor grado los sectores más vulnerables.

Más allá de las opiniones que se pueda tener acerca del origen y causas de lo ocurrido a partir del 18-O, lo concreto es que a estas alturas ya estamos donde estamos, y la situación hay que superarla de la mejor forma posible. A la imperiosa necesidad de recuperar el control del orden público -ya que en un entorno de violencia nada podrá germinar- y de permitir que las instituciones funcionen en sus respectivos ámbitos, en el campo económico será muy necesario poder contar con algunas certezas básicas que sirvan de orientación a consumidores, trabajadores, emprendedores e inversionistas.

Es evidente que el concepto de "hoja en blanco" que subyace al proyecto de nueva Constitución genera un cuadro de incertidumbre que se va a mantener por lo menos durante dos años, y eso es algo inevitable. En este contexto, lo que sí se debería poder hacer es empezar a delinear y consensuar algunos contornos fundamentales en la configuración de una hoja de ruta para los próximos períodos. En la medida que se logre que esta instancia -ya preanunciada por el Presidente Piñera- no sea solamente una lista que priorice demandas sociales a través de mayor gasto público futuro, en función de los recursos fiscales disponibles, sino que se transforme en una agenda consensuada de reformas esenciales que como país debemos afrontar para lograr un mayor desarrollo integral, se estará dando un paso importante para atenuar este nocivo ambiente de incertidumbre.

Si esto no se logra, la economía se quedará empantanada en un potencial de crecimiento económico no superior al 2,5% anual -retrocediendo así a la realidad de los años 70-, tasa absolutamente insuficiente para poder dar una solución estable a los problemas que los chilenos están demandando con mayor urgencia. Todavía estamos a tiempo.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.