Con una mano en el corazón


Ya son más de medio millón los chilenos mayores que han recibido la vacuna contra el Covid-19. Y algo cambió en el ambiente: aunque quedan meses de restricción, los chilenos empezamos a ver luz al final del túnel. Si se vacunan 15 millones de personas en cinco meses, la feliz jornada de estos días marcará el comienzo del fin de la pandemia. Tendremos inmunidad, los servicios de salud liberarán camas críticas y gradualmente la economía se irá normalizando, la gente irá retomando sus empleos o encontrando nuevas fuentes de trabajo y Chile volverá a lo suyo, con sus problemas pendientes, pero dejando atrás 11 meses de incertidumbre, miedo y desesperanza.

Es una buena noticia y este nuevo tiempo que empezamos a vivir tiene razones muy precisas. La primera es el liderazgo del Presidente Sebastián Piñera. Más allá de las diferencias que podemos tener con él, usted o yo, cada uno con sus motivos, lo cierto es que ha sido un gran conductor de este proceso. Han aflorado algunas de sus capacidades: su inteligencia para captar los elementos críticos, la posibilidad de colapso del sistema de salud al principio y la disponibilidad de vacunas hacia el final; su instinto para anticiparse, moviéndose rápido para asegurar el suministro de ventiladores y vacunas; su habilidad para diversificar el riesgo y en una carrera que recién comenzaba jugar varias cartas para evitar que cualquier tropiezo de los proveedores o desventaja por ser un país pequeño nos dejara sin abastecimiento. Y, por último, su determinación para superar los obstáculos, vencer la oposición política más brutal que ha tenido un mandatario en el último tiempo, incluso en un tema tan sensible como la salud de la población, y persistir en su estrategia, adaptando el plan a nuevas circunstancias y necesidades.

La segunda razón es el equipo del Ministerio de Salud y el apoyo del resto del gobierno. Jaime Mañalich fue un gigante, que contra viento y marea echó a andar el plan que, confiamos, nos sacará del pantano. Paula Daza y Arturo Zúñiga escuderos valiosísimos, Enrique Paris un continuador de la tarea de Mañalich que logró empatizar con la población y Dougnac se integró bien al equipo. Ignacio Briones y Katherine Martorell apoyos fundamentales.

La tercera razón es la robustez de nuestra economía y nuestro sistema de salud, público y privado, que viene de muchos años y con todos sus defectos y carencias respondió a cabalidad, demostrando que es un invento cargado de ideología aquel que asegura que los chilenos están librados a su suerte en materia de salud y que necesitamos una nueva Constitución para cambiar eso.

La resistencia al Presidente se vio vencida en muchos chilenos por la emoción de ver a sus familiares con brillo en los ojos porque seguirán con vida y eso, que es impagable, con una mano en el corazón, se lo debemos al gobierno de Piñera.

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