El Congreso debe apostar por una adecuada paridad de género

Sesión de la Cámara de Diputados. 24/07/2019.
Sesión de la Cámara de Diputados. Raul Zamora/Aton Chile.


Mientras en el Congreso avanzan fórmulas para integrar a los independientes así como a los pueblos originarios en el eventual órgano constituyente que podría establecerse a partir del 26 de abril -en la medida que triunfe la opción "apruebo"-, en cambio no ha sido posible consensuar una propuesta para establecer la paridad de género, tal que las mujeres logren idealmente la misma representación que los hombres. Esta semana el Senado rechazó tanto la propuesta que provenía de la Cámara de Diputados -por no lograr el quorum requerido-, como también la que habían propuesto senadores del oficialismo. La iniciativa pasó ahora a comisión mixta, pero de momento las diferencias aparecen muy acentuadas.

Si en definitiva el país se inclina por aprobar el proceso constituyente, es necesario que se incorpore la dimensión de la paridad, pues aquello va acorde con el sentir de los tiempos y con los compromisos que ha adoptado el país en distintas instancias internacionales, tal de avanzar hacia la remoción de aquellos elementos que discriminan a la mujer. Tratándose de la discusión de un nuevo texto constitucional, la paridad se erige como un objetivo central, siempre y cuando se diseñe un sistema electoral que la permita sin desvirtuar la representatividad.

Las mujeres no parten en una igualdad de condiciones respecto de los hombres. Ya sea en el mundo de la empresa, en la alta dirección, en las Fuerzas Armadas, partidos políticos e incluso en el Congreso, es posible observar rezagos en el caso de ellas, lo que hace justificable que se busque por la vía de la legislación introducir acciones afirmativas para corregir estas asimetrías. Para el caso de la elección de candidatos a parlamentarios, en Chile rige desde 2015 la norma según la cual ningún género podrá superar el 60% del total de los candidatos inscritos por los partidos a nivel nacional. Aunque ello mejoró la participación femenina en el Congreso en alrededor de siete puntos porcentuales, aún es insuficiente, pues apenas el 22% de quienes integran la Cámara de Diputados son mujeres.

El Congreso debe entonces empeñarse en lograr alguna fórmula de paridad efectiva y creíble, aun si ello afecta los intereses electorales de los propios congresistas. El diseño que se escoja debe respetar, eso sí, la voluntad expresada en el sufragio, y por lo mismo no cabe alterar artificialmente un resultado para efectos de lograr una determinada representatividad. La fórmula que había propuesto la Cámara de Diputados -y que perdió por un voto en el Senado- busca introducir distorsiones de esta naturaleza, al asegurar 50% de escaños a hombres y mujeres en distritos que repartan un número par de escaños, mientras que en aquellos que repartan un número impar se asegurará una determinada cantidad a personas de un mismo sexo según si se reparten tres, cinco o siete escaños.

La experiencia internacional muestra las dificultades para lograr la paridad -incluso los diversos órganos constituyentes que se han establecido en América Latina han estado muy lejos de conseguirla-, pero los partidos deben hacer esfuerzos genuinos para empeñarse en ello, porque de lo contrario se enviaría una señal muy negativa a la sociedad, pues se estaría contraviniendo un sentir mayoritario.

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