Consulta ciudadana por laguna artificial



La consulta ciudadana sobre el proyecto de remodelación del parque intercomunal Padre Hurtado -que incluyó a los habitantes de las comunas de Las Condes, Providencia y La Reina- , se inclinó abrumadoramente en favor de la propuesta "2", la cual desestimaba la construcción de una laguna artificial, tal como promovía la opción 1. Conforme la alternativa ganadora, se invertirán $ 3.200 millones en diversas mejoras de dicha área verde.

Si bien este tipo de plebiscitos no son vinculantes, es evidente que desde el mismo momento que se convocan, su resultado se vuelve en los hechos una suerte de mandato tanto para el alcalde como para el respectivo concejo municipal. Con ello se transita hacia una especie de "democracia directa", un modelo que si bien en apariencias cumpliría con los estándares de una institucionalidad robusta, encierra también diversos riesgos, lo que aconseja que este tipo de consultas sean una excepción y no la norma.

Quizás su mayor dificultad es que se reemplaza el rol de las autoridades y por lo tanto su responsabilidad en las decisiones de la comuna. Precisamente los alcaldes y concejales son electos para que ejecuten el gobierno comunal, y se hagan responsables de las decisiones que adoptan -cosechando sus frutos, o asumiendo los errores-, correspondiendo a la ciudadanía evaluar su gestión en las elecciones. Pero al trasladar las decisiones directamente a la gente, se abre espacio para que un alcalde actúe sobre bases populistas o bien utilice el resultado para eximirse de sus propias responsabilidades, ya que con el resultado de la consulta en mano va seguro de hacer lo que "popularmente" es aceptado, o encontrar la excusa perfecta para soslayar ciertos deberes popularmente incómodos. Así, los ediles pueden hallar en las consultas ciudadanas una sencilla fórmula para quedar bien posicionados en las siguientes elecciones.

En el caso del proceso llevado a cabo el domingo -a través del sistema de votación electrónica-, cabe recordar que había tres alcaldes comprometidos, pero solo el de Las Condes es quien en los hechos apareció como protagonista -jugándose por la alternativa de construir la laguna artificial-, diluyendo la responsabilidad de los otros dos, que más bien fueron espectadores de la votación, sin correr mayores riesgos.

Tampoco podría obviarse que una vez que se deciden llevar a cabo plebiscitos comunales, es indispensable interrogarse por los criterios para someter a votación ciertas materias, y excluir de este proceso a otras. Parece tratarse, más bien, de una decisión caprichosa, y así como se estima que es razonable consultar a los vecinos por la construcción de una laguna, por la misma regla cabría preguntarse si la construcción de edificios, centros comerciales, autopistas urbanas, etc., deberían también someterse a votación popular. Es evidente que si se consintiera en ello, el gobierno comunal se haría impredecible y el rol de las propias autoridades se tornaría irrelevante.

La participación ciudadana debe ser promovida activamente, lo que es un signo de sana madurez cívica, teniendo como precaución no sustituir las indelegables funciones que le cabe a toda autoridad.

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