Contumacia

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La ex Presidenta Bachelet, inaugurando un congreso de salud en Rio de Janeiro, volvió a mostrar su desacuerdo con nuestro modelo de desarrollo: "mi país se convirtió en un experimento neoliberal, donde a diferencia de otros países, la supremacía del mercado se instaló sin contrapeso". En esta ocasión apuntó directamente al modelo de salud que existe en Chile, pero su crítica se extiende más allá, tampoco le gustan las soluciones de mercado en la previsión, en infraestructura su segundo gobierno detuvo las concesiones de hospitales o en educación.

Según entiendo, para ella el mercado es injusto si se aplica a la provisión de ciertos bienes, pues opera con una lógica fría en que importarían más los números que las personas. En el mercado se transan bienes y servicios por dinero, pero sucede que la salud o la educación no podrían considerarse bienes económicos, susceptibles de comprarse o venderse. Con este discurso, la ex Presidenta ganó por segunda vez el gobierno e inspiró su gestión y las reformas que impulsó.

¿Y cuál ha sido el resultado de las políticas que ella critica tan duramente? La respuesta es elocuente: somos el país con más alto nivel de vida de América Latina, el que está más cerca del desarrollo. Prácticamente en la dimensión que se examine superamos al resto del subcontinente y, por cierto, es incomparable con lo que éramos en el siglo pasado. Nuestro país, como casi todos los países desarrollados del mundo, enfrenta la inmigración como un problema muy importante; aquéllos cuyo modelo parece admirar la ex Presidenta tienen, más bien, la dificultad contraria.

Es evidente que, como toda obra humana, estamos lejos de la perfección, porque hemos cometido errores y estamos aún en el arduo camino al desarrollo; pero hasta la centuria pasada estábamos ubicados en la mitad más atrasada, tal vez en el último tercio del subcontinente. Pobres, en el corazón del subdesarrollo, una sociedad con desnutrición y analfabetismo, para cualquier chileno ir a Buenos Aires o a Río de Janeiro era asomarse a otra fase de la modernidad. Pasajes a cualquiera de esas dos ciudades era un premio más o menos frecuente y muy importante.

En salud, evidentemente tenemos dificultades, pero los datos, aunque a nuestra ex Presidenta no le gustan los indicadores, muestran que tenemos resultados de país desarrollado. Hay mucho que mejorar, pero hay que hacerlo profundizando el camino que ha tenido éxito y no abandonándolo por buscar ideales utópicos.

Pero ella sigue añorando la idealización onírica del Chile subdesarrollado, pobre y del tercer mundo de su adolescencia. El diccionario define eso como la actitud de una persona que se mantiene obstinadamente en un error.

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