Corrupción militar

KrasnoffWEB
Miguel Krassnoff, Brigadier en retiro del Ejército. FOTO: ALEJANDRO ZOÑEZ/AGENCIA UNO


En una sola semana, el Ejército hizo noticia por partida doble. En primer lugar, por la polémica debido al homenaje en la Escuela Militar al exagente de la Dina Miguel Krassnoff, condenado a centenares de años por casos de violaciones a los derechos humanos, y posteriormente, la revelación publicada en este diario del mecanismo de uso fraudulento de pasajes por 1.500 funcionarios del Ejército, entre ellos varios coroneles. El primer caso muestra que, en buena parte del mundo militar, años de prédica por una sociedad respetuosa de los derechos humanos no han hecho mella; basta leer los tweets del almirante de la Armada designado por Bachelet en su primer gobierno para darse cuenta de ello. Pero como suele pasar en Chile, el fraude con dineros públicos va a pesar mucho más que homenajes a torturadores.

Es muy probable que varios de los oficiales que viajaron engañando al Fisco sean hoy generales, y por tanto candidatos al Alto Mando del Ejército. El gobierno tiene una tarea difícil, y al menos en el discurso ha elegido el camino de la lupa para ver quién se va y quién se queda. La Moneda lee correctamente que los tiempos no están para defensas corporativas, ni mucho menos para dejar que las instituciones funcionen por sí mismas. Las dificultades anteriores, como los gastos excesivos en un casino de juego con los gastos reservados o un comandante en jefe demasiado adicto al lujo, muestran que dicha institución no tiene los instrumentos de gobernanza suficientes para evitar la corrupción, ni tampoco el Ministerio de Defensa. Este asunto es un pecado mortal en la sociedad de la transparencia que vivimos en estos años.

Para Piñera, tan adicto a las encuestas como siempre, la revelación de este fraude fue una oportunidad de oro. Por un lado, tiene a la izquierda muy complicada con su popular proyecto Aula Segura; por el frente derecho, podría servirle este caso para mostrar distancia del desprestigio que caerá sobre el Ejército y mostrarse como un campeón de la transparencia y la probidad, y sin duda diferenciarse de la expresidenta Bachelet, asunto que ha sido siempre otra de sus obsesiones.

Parte de lo que podría tambalear con esta crisis es la naturaleza autónoma de las Fuerzas Armadas en el manejo de sus finanzas. Bajo el comprensible argumento de la seguridad nacional para evitar dar a conocer todas las compras militares, ha germinado un estado de corrupción que es difícil saber hasta dónde llega; entre otras razones, porque ahí no entran las leyes de transparencia. Parte del problema también han sido los ministros de Defensa, que han terminado como relacionadores públicos de los uniformados en vez del necesario contrapeso civil para evitar estos abusos. Está por verse si en el cambio de oficinas del ministerio fumigaron lo suficiente para evitar que el ministro Espina se contagie de ese virus que tuvieron varios de sus antecesores.

Al Ejército puede pasarle lo mismo que le ocurrió a Pinochet con la derecha. Este sector político contextualizó los horrores de la DINA y la CNI entendiéndolos como un costo necesario en la instauración de un nuevo orden económico, y los consideró fundamentales para alejar a la izquierda de los 60 del poder, e incluso del país. Pero cuando se enteraron de que el dictador que tanto defendieron no se diferenciaba de sus pares latinoamericanos en su avidez por el dinero público, le dieron la espalda.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.