Crecimiento en perspectiva



El Banco Central confirmó que la economía se expandió 4% en 2018, equivalente en dólares a precios corrientes a US$ 298,7 mil millones, con una recuperación del crecimiento en todos los sectores y un indiscutible protagonista: la inversión, que con un 4,7% en 2018 volvió a crecer después de cuatro años de cifras negativas. También reveló que la deuda externa se incrementó en US$ 4.256 millones en 2018, hasta US$ 184.440 millones, equivalentes al 67,1% del PIB.

Estas cifras informadas en las cuentas nacionales constituyen una señal positiva, ya que el crecimiento es superior a lo que había sido en el cuatrienio previo, y la inversión retomó su expansión por primera vez, luego de completar el triste récord de cuatro años de contracción consecutiva.

No obstante, tanto el crecimiento como la inversión en 2018 se situaron por debajo de lo que se había estimado -el Banco Central había proyectado un alza 5,5% para la inversión-, por lo tanto, de alguna manera, estas cifras podrían traer aparejado un menor dinamismo hacia el futuro.

Con todo, los datos proporcionados por el Banco Central vienen a ratificar que Chile es una economía que crece entre 3 y 4% (esto último, en el mejor escenario). Si bien puede ser un cambio sustancial respecto de lo observado en los años anteriores, en que la expansión bajo 2% fue la tónica, el ritmo que se observa no parece deseable, pensando en el largo plazo, así como también en la cada vez más exigente sociedad.

Sobre todo, en un cuadro en que se espera una desaceleración para la actividad chilena de este año en algo más cercano a 3,5% (3,4% según la última encuesta del Consensus Forecasts), en un mundo cada vez más incierto. Por lo tanto, lo que corresponde a la autoridad ahora es adoptar todas las medidas necesarias para que, a largo plazo, el potencial de la economía se eleve y así al menos mantener un ritmo de expansión de 4%.

Un paso vital para alcanzar este desafío es la modernización del mercado laboral; empleo juvenil, personas mayores, jornadas parciales e indemnizaciones, son algunas áreas en las que se requiere avanzar de manera urgente.

En ese contexto, la prioridad en materia legislativa para el gobierno debiera ser esta reforma. Es por ello que resulta llamativo que la agenda laboral haya estado tanto tiempo postergada y que su tramitación aún sea incierta. La agenda debe ser ambiciosa en términos de cambios estructurales, que permitan adaptar el Código del Trabajo a la realidad de los tiempos, así como también lo es el que las autoridades no cedan antes de tiempo a las presiones políticas de la oposición.

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