Críticas de Bolsonaro a expresidenta Bachelet

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Las declaraciones de Michelle Bachelet, en su calidad de Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, en las que denunció una "reducción del espacio democrático" en Brasil -producto de ataques a los defensores de la naturaleza y de los DD.HH., entre otros aspectos-, generó una dura respuesta por parte del Presidente Jair Bolsonaro, donde junto con desestimar la objetividad de este diagnóstico y acusar un entrometimiento en temas soberanos, arremetió con duras descalificaciones personales en contra de la exmandataria chilena, ofendiendo incluso la memoria de su padre fallecido.

Los destemplados calificativos utilizados por el Presidente brasileño han sido objeto de amplio repudio, en particular porque al recurrir a ofensas personales -y que además tocan fibras muy íntimas y dolorosas- se busca validar la odiosidad como una práctica legítima, lo que desde luego constituye un precedente muy negativo. Al gobierno de Brasil le asiste todo el derecho de disentir -incluso en forma enérgica- respecto de las conclusiones de un informe de la ONU, pero para ello debe utilizar las vías institucionales y diplomáticas del caso, que es la forma en que se espera se conduzcan las autoridades, evitando descalificaciones de esta naturaleza.

Los dichos del Presidente de Brasil han encontrado también una fuerte repercusión interna, exigiendo al gobierno chileno una condena enérgica. La respuesta que ha dado el Presidente de la República, manifestando su "total desacuerdo" con las expresiones de Bolsonaro respecto de la expresidenta y su padre, son acertados porque permiten tomar distancia de dichos fuera de lugar y volver a situar la discusión en el plano que corresponde, que es la pertinencia y calidad del informe del Alto Comisionado.

No corresponde pretender que dicha repartición de la ONU se inhiba de ejercer su rol -cabe recordar la insistencia de que fue objeto para que se pronunciara sobre el caso de Venezuela-, y por ello debe permitirse que se despliegue sin presiones ni interferencias. El mismo Alto Comisionado debe ser consciente de su delicado rol, procurando actuar y evaluar siempre con la misma vara.

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