Cuidado del patrimonio



SEÑOR DIRECTOR

Poco nos duró el festejo de la reinstalación en su sitio de la obra de Rebeca Matte "Ícaro y Dédalo", frente al Museo Nacional de Bellas Artes. Bastaron unas horas para que diéramos una lamentable muestra de cómo no valoramos ni el arte, ni la identidad que hemos heredado.

Este no es un caso aislado; se suma a lo que a diario vemos en nuestro país en la cuatro veces centenaria Iglesia de San Francisco (convertida en pizarra de grafiteros y manifestantes) o el monumento ecuestre que recuerda a don Diego de Almagro, sito en su parque homónimo, rayado con grafitis por completo.

La esencia del patrimonio está dada por el hecho que estos bienes los recibimos prestados de nuestros antepasados, para entregárselos a su vez a nuestros descendientes. No será mucho lo que podremos entregar si cada vez que pueden, desalmados, queriendo dejar una "huella" en la ciudad, dejan una cicatriz que nos hiere a todos.

Si el dinero que se invierte en limpiar los rayados que se hacen en los bienes patrimoniales, se destinara a su conservación y restauración podrían estar en bastantes mejores condiciones que las actuales.

Un desafío pendiente para nuestro país, que requiere urgentemente que junto con el proyecto de Ley de Conductas Antisociales y el aumento de las sanciones, en actual trámite legislativo, eduquemos a nuestros conciudadanos en que lo que es de todos, también merece cariño, respeto y cuidado.

Óscar Acuña Poblete

Abogado

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