Democracia cultural en Chile



Por Tomás Peters, presidente del Directorio del Centro Cultural Gabriela Mistral, GAM

Las políticas culturales en Chile están experimentando cambios en sus definiciones y conceptos. Debido a la pandemia y el actual proceso constituyente, entre otros fenómenos en curso, se han introducido demandas sociales que nos exigen revisar los paradigmas que han primado en el país hasta ahora. Esto implica pensarlas y discutirlas en su complejidad.

Durante los últimos treinta años, la democratización cultural ha sido el marco de sentido de la institucionalidad. Desde temprano se crearon instrumentos para reforzar este paradigma, siendo el Fondart uno de ellos. Las políticas de acceso a las artes cumplieron un rol importante en Chile y lo siguen haciendo hasta hoy. Sin embargo, sus alcances en el presente exhiben cierto agotamiento programático y existe vasta evidencia de que las estructuras de acceso a las artes en Chile no han variado sustantivamente en esas tres décadas, sino que, por el contrario, han reforzado lógicas de desigualdad cultural.

Hoy esta arquitectura debe ser evaluada. Una alternativa es volver a revisar las recomendaciones que Unesco hiciera en 1982 en Mondiacult, uno de los encuentros sobre política cultural más importante a nivel mundial y que volverá a celebrarse este año en México: la democracia cultural. Este paradigma, que refuerza la diversidad y reconocimiento de las expresiones culturales de las comunidades y territorios —y que forma parte de una convención firmada por el Estado de Chile—, se inscribe hoy con un nuevo aire y proyección institucional. La democracia cultural no es un invento local. Por el contrario, debe ser pensada y discutida desde su condición situada en el Chile contemporáneo. Hoy como país debemos pensar las políticas culturales bajo un nuevo andamiaje social, que busque integrar la creación artística con la participación comunitaria, el pluralismo, la equidad de género, la convivencia intercultural y la deliberación ciudadana como un eje de trabajo cultural y de política pública. Esto no significa desconocer lo históricamente realizado en fomento artístico y de acceso, sino pensar un entendimiento nuevo en política cultural que busque enfrentar la desigualdad social y cultural desde una estrategia acorde a los tiempos.

Desde el Centro Cultural Gabriela Mistral esta invitación la pensamos como un desafío común y en diálogo con las diversas comunidades que componen el centro, siendo una de ellas el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. La interrogante abierta por la democracia cultural es fundamental para pensar el futuro de las políticas culturales de Chile, y los vínculos de entendimiento entre espacios culturales y Estado es un capítulo central en ello. Si durante treinta años la institucionalidad nacional optó por un mecanismo de trabajo basado en la producción, circulación y consumo cultural, hoy podemos pensar una estrategia que, junto con las comunidades artísticas y culturales del país, apueste por un trabajo innovador y acorde con aquellos territorios cuyas expresiones culturales deben ser relevadas y reconocidas, y no tratadas como públicos pasivos. Pensar este desafío es clave al interior de GAM. Nos interpela a pensarnos desde nuestra historia y misión y, sobre todo, a construir un horizonte de trabajo que sirva para convivir en una sociedad cada vez más compleja, diversa y heterogénea. El rol de GAM es servir, desde el arte contemporáneo, a promover los debates que la esfera pública deliberativa exige en el Chile de hoy. Y aquello es una oportunidad para gestionar nuevos debates y no cerrarlos a lo históricamente hecho.

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