Democracia y pueblo



SEÑOR DIRECTOR

Se pueden advertir ciertas confusiones en los dichos de algunos miembros de la futura Convención Constitucional recientemente electos. Una de ellas es que parecen ignorar o desconocer la regla de oro de la democracia, que consiste en que esta es el gobierno de la mayoría, con pleno respeto de la minoría.

Si se entiende bien el espíritu de esa norma de convivencia, obliga a erradicar toda intención de barrer con los sectores que no alcanzaron la mayoría. De otro modo, se trataría de una dictadura o tiranía de la mayoría sobre la minoría, y eso, aparte de no ser democrático, es enteramente absurdo. Además, a la vista de los resultados de las elecciones, tampoco es tan claro qué grupo o colectivo podría erigirse tan alegremente como la mayoría y desplegar una mirada estratégica mínimamente unitaria y coherente. Lo que corresponde, más bien, es conocer las propuestas y conversar.

Hay, sin embargo, otro error que todavía me parece más grave, y que se puede expresar en la reiterada manifestación de esa emoción, porque no llega a ser un pensamiento, que pretende identificar al pueblo, en bloque, sin distinciones, con una cierta idea de la sociedad excluyente de otras posibles. Eso es profundamente falso, divisivo, discriminatorio; es no entender ni la sociedad ni la historia y, por lo mismo, también es ilegítimo.

Es evidente que el pueblo somos todos, sin excepción; son las personas que convivimos en esta sociedad, que nos relacionamos e interactuamos, que anhelamos desarrollarnos integralmente y que trabajamos por tener una buena vida en un contexto común; no es una entidad abstracta maleable de acuerdo a intereses mostrencos.

Sería muy positivo para nuestro querido país que esas dos confusiones se fueran despejando, y que el trabajo de la Convención no quede lastrado desde el inicio por ideas tan equivocadas.

Gustavo Adolfo Cárdenas O.

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