Derrota del cuarto retiro y nueva oportunidad para el Congreso

Luego de rechazado el cuarto retiro, el Congreso debe ahora dejar el populismo y enfocarse en una reforma de pensiones a la altura de lo que se espera. La candidatura de Boric debe definir si en un eventual gobierno suyo se seguirán impulsando estos rescates.



El Congreso venía dando señales de que esta vez aprobar un cuarto retiro desde las AFP no resultaría tan sencillo, y ayer ello se comprobó. En la Cámara de Diputadas y Diputados no se logró el quórum requerido de tres quintos para aprobar la propuesta que venía de la comisión mixta -se perdió por cuatro votos-, y por tratarse de la cámara de origen, el proyecto quedó rechazado.

A pesar de que se trató de un resultado estrecho, y donde lamentablemente proliferaron las argumentaciones populistas, cabe no desmerecer el significado que tiene esta votación, porque de algún modo es indicativo de que la política de seguir vaciando los fondos de pensiones está perdiendo fuerza entre los propios parlamentarios, que son quienes han impulsado esta irresponsable política pública.

Hay desde luego un efecto inmediato, pues se ha evitado dar curso a una medida que el consenso de los expertos -incluido el propio equipo económico del diputado y candidato presidencial del Frente Amplio Gabriel Boric- así como de entidades técnicas no ha dudado en calificar de “pésima”, con gravísimos efectos sobre el mercado financiero, las pensiones futuras y el erario fiscal, además de implicar un previsible aumento de la inflación, un flagelo que ya afecta la calidad de vida de toda la población.

Es también un hecho que las condiciones en las que hoy se encuentra el país son muy distintas a las que se vivían en julio del año pasado, cuando comenzó la política de los retiros mediante el expediente de reformas constitucionales, para así saltarse la iniciativa exclusiva que en este tipo de materias asiste al Presidente de la República. La economía ha dejado atrás los momentos más álgidos de la pandemia -que obligaron a extensos confinamientos- y se implementó un ingreso familiar de emergencia, que llegó a más de 15 millones de hogares. Era evidente que insistir en la erosión de los fondos previsionales justificándose en una crisis social carecía de sustento, y afortunadamente así parecen haberlo entendido algunos parlamentarios.

Tampoco cabe desestimar la señal de que este retiro es el que menos votación había conseguido de todos los rescates, lo que fue evidente en el Senado, donde incluso este se rechazó, si bien por una diferencia de un solo voto. La propuesta que se consensuó en la comisión mixta seguía sin convencer a varios parlamentarios del oficialismo y la oposición, considerando que no contempló el pago de impuestos, se evitó establecer un “cerrojo” para nuevos rescates y seguía sin resolver bien el conflicto en torno a las rentas vitalicias, también obligadas a entregar fondos a los pensionados.

Fue evidente asimismo el desinterés de varios parlamentarios por concurrir a dar su voto favorable, lo que quedó de manifiesto en las numerosas ausencias de diputados que habían votado a favor el cuarto retiro, quienes ya no tenían encima la presión de la reelección, asunto zanjado en los comicios del mes pasado. Esto es indicativo de que más que una convicción profunda, en varios lo que había eran motivaciones puramente populistas.

La buena señal de que existen menos motivaciones para un nuevo retiro no debe hacer perder de vista el enorme daño que se ha causado al sistema de pensiones, con la erosión de US$ 50 mil millones, ni de los riesgos de seguir en políticas populistas. Los partidos políticos y las fuerzas que están representadas en el Congreso deben comprender que la tarea que ahora urge es empeñarse en una bien diseñada reforma al sistema de pensiones -de allí que sea improcedente y fuera de la realidad el proyecto de quinto retiro presentado por parlamentarios de oposición-, algo que necesariamente deberá abordar cualquiera sea el gobierno que asuma en marzo próximo.

En este orden de cosas, la candidatura de Boric tiene que despejar prontamente cuál será su postura en relación con los retiros en caso de un eventual gobierno suyo. Al controlar el Ejecutivo no existirían impedimentos constitucionales para impulsar nuevos rescates, lo que naturalmente facilita el camino para aquellos sectores que insistirán en ello, y que sin duda presionarán para que se impulsen. Si esta pulsión por los rescates no se aplaca en forma definitiva, es difícil imaginarse una discusión previsional a la altura de lo que el país demanda.

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