Desafiados



Por Luis Larraín, presidente del Consejo Asesor de Libertad y Desarrollo

Todos estamos desafiados en el Chile de hoy, esa es la nueva normalidad en nuestro país, como pudieron comprobarlo Joaquín Lavín y Daniel Jadue, los favoritos en las primarias presidenciales derrotados por Sichel y Boric. Es que muchos han creído que tienen posiciones consolidadas después de lo que ha pasado en Chile en los últimos años, pero eso no es así.

Una de las cosas buenas de la democracia es que nadie es dueño de los electores: la alternancia en el poder es un requisito esencial de ella. A Daniel Jadue le costó cara la percepción de muchos chilenos de que la libertad estaba en peligro con iniciativas tan extremas como controlar desde el gobierno los contenidos de los medios de comunicación; su socio Gabriel Boric tiene que cuidarse de eso.

Porque, no nos equivoquemos, los socios de Boric son Jadue y el Partido Comunista. Él los eligió, desechando a socialistas, al PPD y a la DC, como ya lo han advertido los pocos en la centroizquierda que conservan su honestidad intelectual por sobre la pulsión de disfrazar al candidato del Frente Amplio con ropajes de moderación. Es que esta última actitud es una tentación en que podemos caer todos, los empresarios los primeros, porque lo deseamos, porque no queremos que Chile se transforme en reducto de una izquierda totalitaria. Pero desgraciadamente la historia de Gabriel Boric, su idea de construir hegemonías de pensamiento, lo que es en esencia antidemocrático y su radical programa que propone dirigir a la sociedad chilena desde el gobierno, nos ponen frente a un candidato de izquierda radical. Boric será desafiado ahora por Yasna Provoste y quizás por la Lista del Pueblo. Veremos cómo responde a ello. Pero su principal desafío es lidiar con Fernando Atria, con Jaime Bassa, que se han autoerigido en regentes de este país y pretenden imponer su ideario totalitario desde la segunda línea y asfixiar la democracia con las pinzas de la Convención Constitucional y el gobierno.

Sebastián Sichel, por su parte, tiene el desafío de confirmar los aires de renovación prometidos por su candidatura. Atributos tiene para ello: su juventud, independencia y el arrojo que mostró su candidatura lo son. Debe consolidar el voto de centroderecha incluyendo a todos; pero sin comprometer su independencia, su capacidad de movilizar a los ciudadanos y a la sociedad civil e integrar a quienes comparten los valores del respeto a las personas y a las reglas, la recompensa al esfuerzo, la solidaridad con aquellos que la requieren y la erradicación de la violencia de nuestras calles. Esa integración es la fundamental, más allá de la que se caracteriza con categorías políticas. El desafío de Sichel es convencer de que va a gobernar para los ciudadanos y no para favorecer a partidos o movimientos políticos y subir a ese carro a todos los que no quieren el totalitarismo en Chile.

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