Desafíos que plantea la inmigración

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Una de las sorpresas del último Informe de Política Monetaria, publicado por el Banco Central, fue la nueva estimación de algunos parámetros estructurales, entre ellos el alza del crecimiento tendencial. La principal razón esgrimida por el instituto emisor fue el impacto que está provocando el flujo migratorio de los últimos años desde varios países de la región hacia Chile, en especial desde Venezuela y Haití.

Los datos del INE reflejan que los extranjeros residentes en Chile pasaron de 490 mil en 2014 a más de un millón doscientas cincuenta mil personas a fines de 2018, hasta alcanzar el 6,4% de la fuerza de trabajo. El informe del Banco Central concluye que el flujo migratorio reciente es significativo para Chile y que sus efectos no se revertirían en el corto plazo, anticipando una contención en los incrementos salariales reales y en las presiones inflacionarias futuras, incrementos en la inversión e impactos positivos en el crecimiento tendencial.

Esta nueva composición de la población residente en el país genera lecciones y desafíos que son útiles de analizar. En primer lugar, es evidente que los inmigrantes encuentran en nuestro país mejores condiciones que las de su lugar de origen, lo que debe servir de reflexión para valorar las condiciones económicas locales y evitar asimilar las condiciones políticas, económicas y sociales que imperan en las naciones de origen. Cuesta entender, entonces, que políticos chilenos pretendan ensalzar algunos de sus liderazgos o proponer como soluciones las mismas medidas que allá han fracasado y que empujan a una gran parte de la población a abandonar sus países en búsqueda de mejores condiciones de vida.

Pero además es necesario evaluar los grados de preparación con los que cuenta Chile para absorber estos flujos migratorios crecientes. El proyecto que introduce perfeccionamientos a la Ley de Migración y Extranjería se encuentra sin avances en el Senado, manteniendo a nuestro país con normas laxas en materia migratoria. Los casos conocidos recientemente sobre tráfico de migrantes de origen chino, son un llamado de alerta para volver a evaluar el marco regulatorio que rige el proceso de ingreso al país.

Pero también es necesario perfeccionar los trámites de aquellos inmigrantes que, cumpliendo con la normativa vigente, intentan insertarse exitosamente en el país. El proceso de revalidación de títulos profesionales o el sencillo trámite de renovar la cédula de identidad para extranjeros son excesivamente engorrosos y altamente vulnerables a decisiones discrecionales, lo que además de impropio, constituye un desincentivo a la llegada de trabajadores más calificados. Por su parte, la norma laboral que impide contratar a más del 15% de extranjeros -en aquellas empresas con 25 trabajadores o más- es anacrónica y un freno inexplicable al proceso de inserción de los migrantes a Chile. Es curioso que mientras el Estado desatiende su responsabilidad de regular mejor el ingreso de extranjeros impida a las empresas contratar a los mejores trabajadores por razones que ya no encuentran justificación.

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