Desalación: una estrategia integral


Por Gonzalo Pérez, Jefe de Estudios de Consejo de Políticas de Infraestructura (CPI)

Como una de las medidas para abordar la extensa situación de sequía que el país ha enfrentado en los últimos años, el gobierno ha anunciado a través de los ministerios de Medio Ambiente y Obras Públicas que, en términos de infraestructura, se propondrá un Plan Nacional de Desalinización.

En Chile hoy operan 14 plantas desaladoras que generan cerca de 6,6 m3 /segundo y existen nuevos proyectos para generar 14,5m3/seg para los próximos años. La gran mayoría de estas iniciativas han sido desarrolladas por privados para abastecer requerimientos específicos, principalmente para la minería. Algunas otras han sido impulsadas por el sector público para abastecer de agua potable a algunas ciudades. Sin embargo, ninguna de ellas se ha desarrollado como parte de una estrategia integral que busque abordar el problema de la sequía en su conjunto, en particular en el aumento de la oferta.

Como CPI valoramos de forma importante que se piense en un plan nacional donde iniciativas de este tipo puedan impulsarse bajo una mirada integrada, existiendo una coherencia entre los distintos proyectos y considerando las distintas necesidades de cada una de las regiones.

Una estrategia de este tipo debiera considerar varios aspectos. Lo primero, una infraestructura multiuso, adaptable y a distintas escalas. En los escenarios de incertidumbre en que nos encontramos es necesario considerar las múltiples posibilidades que estas obras ofrecen: consumo humano, agro, industria, minería, etc., lo que se debe aprovechar, siempre considerando que los requerimientos pueden ir variando en el tiempo, para lo que hay que estar preparado.

Junto con ello, hay que incluir la infraestructura pública disponible -principalmente carreteras y caminos- como una herramienta para abordar el problema de la disponibilidad de terrenos para el traslado del agua, que es una de las mayores dificultades; un uso planificado del borde costero de forma que se aproveche de buena forma, optimizando el uso y evitando la infraestructura redundante con capacidad ociosa; realizar los estudios científicos, y que se tomen las medidas necesarias para que el agua que se devuelve al mar con el doble de concentración de sal que tiene el mar (70 grs/lt, en lugar de los 35 grs/lt), impacte de la menor forma posible los ecosistemas.

Además, un plan como el anunciado tiene que abordar el aprovechamiento de la disponibilidad de energías renovables no convencionales no contaminantes para el proceso de desalinización y transporte del agua, y establecer las medidas y sistemas que permitan que los distintos usuarios del agua puedan hacer uso del recurso teniendo en cuenta las posibilidades de pago para las distintas actividades productivas y para el consumo humano.

Dentro de un plan que busque abordar el problema de la sequía en todos sus niveles, un programa de desalinización, junto a otras medidas que permitan el aumento de la oferta, debiera ser fundamental. Para que ello funcione, es necesario que la autoridad central sea capaz de planificar considerando la demanda de agua y las disponibilidades para con ello planificar el tipo y cantidad de plantas que se debieran considerar.

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