Desarrollo integral, crecimiento e innovación

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El Presidente Piñera ha planteado el desafío de alcanzar el desarrollo integral en ocho años. Es un objetivo ambicioso que involucra requerimientos múltiples. Exige sostener elevadas tasas de crecimiento, tarea dificultada por las tendencias proteccionistas, el estancamiento de la productividad y el cambio climático. Requiere restablecer un ambiente de confianza en los mercados, facilitar la inversión privada y la competencia, promover la apertura comercial y resguardar la disciplina fiscal. Asimismo, simplificar los procedimientos administrativos y modernizar las regulaciones tributarias, laborales y ambientales, entre otras.

Pero en el siglo XXI esta receta es insuficiente. Enfrentamos un escenario inédito con cambios tecnológicos exponenciales y una ciudadanía empoderada que demanda participar en las decisiones y los frutos del progreso; una coyuntura histórica que nos permite optar por el progreso o dejar varados en el atraso; la oportunidad de aprovechar la cuarta revolución industrial, impulsada por los avances en digitalización, inteligencia artificial, robótica, biología sintética, nanotecnología, energías renovables y otras tecnologías convergentes.

Chile puede jugar un rol protagónico en este proceso, adoptando las nuevas tecnologías en beneficio de sus habitantes. Ello requiere una activa cooperación entre el Estado, las empresas, la academia y la sociedad civil, de modo de diseñar escenarios prospectivos y aunar esfuerzos para lograr metas comunes y compartir beneficios. Ejemplos inspiradores son las iniciativas que se han impulsado para articular acciones en los sectores energético y minero o las que ahora se intentan en la Araucanía.

Se requiere apostar con todo a la innovación y el emprendimiento. Fruto del esfuerzo de varios gobiernos, contamos con un ecosistema reconocido internacionalmente, con un programa Start-up Chile que trasciende fronteras. La efervescencia emprendedora atrae cada vez más a jóvenes e inversionistas de capital de riesgo. Es necesario, sin embargo, un mayor empeño para diseminar estos esfuerzos a regiones –la mayor parte se concentra en Santiago- y proyectarlos al extranjero para superar el pequeño tamaño de nuestro mercado.

Se debe fortalecer la educación para la nueva economía, teniendo en cuenta que la mayor parte de los empleos actuales dejarán de existir en pocas décadas. No obstante sus avances, nuestro sistema educativo tiene muchas falencias, especialmente en el ámbito técnico profesional. Se necesita no sólo apoyo financiero a los alumnos de menores recursos –como lo ha comprometido el gobierno- sino una mayor vinculación entre los centros formativos y la industria para entregar una educación que brinde las competencias requeridas para la transformación digital.

Hay que habilitar la infraestructura física que exige la cuarta revolución industrial. Ello involucra inversiones públicas y privadas oportunas y cuantiosas en puertos, aeropuertos, transportes, telecomunicaciones, servicios urbanos, recursos hídricos y centros de investigación. Especialmente necesarias son las redes fijas e inalámbricas necesarias para implementar el 5G y posibilitar el flujo masivo de datos asociado al desarrollo del internet de las cosas (IoT) y la transformación digital.

Se debe acentuar el esfuerzo en I+D. El desafío es triple e involucra no sólo aumentar la proporción del producto destinado a dicha actividad, sino también, el porcentaje que proviene del sector privado -en especial de las grandes empresas- y el destinado a investigación aplicada. Hay que asignar recursos a áreas de gran impacto potencial, incluyendo las que otorgan a Chile un carácter de laboratorio natural (energía solar, astronomía, especies en ambientes extremos, desastres naturales), la minería verde (cobre, litio, cobalto), la acuicultura, los alimentos, las ciudades inteligentes, la electromovilidad, la manufactura avanzada, el blockchain, la salud y los servicios logísticos, financieros y de ingeniería.

El desarrollo integral sólo será posible si va acompañado de crecimiento, colaboración sistémica y un fuerte impulso a la innovación, el emprendimiento y el desarrollo tecnológico.

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