Designación de ministros de la Corte Suprema

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Tribunales de Justicia


Finalmente, la ministra de la Corte de Apelaciones de Valparaíso, María Angélica Repetto, designada por el Presidente de la República de la quina que le presentó la Corte Suprema, fue ratificada por el Senado por 36 votos a favor, para ocupar el lugar que dejó el ministro Milton Juica en el máximo tribunal.

El proceso, en esta oportunidad, se complicó por la frustrada designación en primera instancia de Dobra Lusic, y luego por la resistencia inicial de los senadores de oposición de aceptar esta nueva propuesta, acusando que fue hecha en forma inconsulta con la Cámara Alta por parte del Ejecutivo, como tradicionalmente se había realizado.

Y si bien el proceso constitucional cumplió su objetivo, no es recomendable que se transforme en una lucha de trincheras que vuelva a exponer gratuitamente a altos magistrados a un juego de intereses políticos, obstaculizando el análisis en su mérito de la propuesta. Por ello es razonable y bienvenido lo señalado por el ministro de Justicia, en cuanto a que "existe consenso en que no se vuelva a repetir el cabildeo tradicional, que no es aceptable ni para la ciudadanía ni para los nominados".

Sin embargo, y más allá de las intenciones, teniendo presente que durante los próximos tres años se deberá completar los reemplazos de los siete ministros que cumplen la edad legal de permanencia en la Corte Suprema, es importante que exista claridad de cuáles serán los mecanismos que eviten el referido cabildeo, y que tanto las autoridades de gobierno como del Senado avancen en lo comprometido, en el entendido de un adecuado respeto de las facultades que corresponden a cada uno de los poderes del Estado.

Ante la demanda social de perfeccionar el sistema de nombramiento de jueces -respecto de los cuales el máximo tribunal dio a conocer cambios en sus procesos de selección de distintos cargos y el Ministerio de Justicia prepara una reforma al Poder Judicial-, la designación de los magistrados superiores tampoco debería quedar al margen de un perfeccionamiento, tal que aleje las suspicacias que genera el actual sistema.

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