Después de La Haya

La Haya


Chile ha neutralizado la ofensiva diplomática más importante que Bolivia emprendiera en las últimas décadas. ¿Pero se terminó el diferendo entre ambas naciones?, ¿en qué cambia el cuadro estratégico después del fallo?

Aclaremos, lo que ha concluido es el juicio por "obligación de negociar". ¿Significa que Bolivia renunciará a su demanda marítima? Me temo que no. Hoy, después del fallo, la inmensa mayoría boliviana exige una explicación a su gobierno y al Presidente Morales, pero todas coinciden en la legitimidad de su demanda marítima.

Las victorias hay que saber administrarlas, y para ello es necesario hacer un cuidadoso y realista diagnóstico del nuevo cuadro. Es temprano para llegar a elementos conclusivos. Pero algunos elementos ya se insinúan.

Bolivia está de duelo, consecuencia de lo profundo que ha calado en la sociedad boliviana su aspiración marítima. Se ha transformado en un elemento vital de su identidad nacional. Los bolivianos están atónitos, esperaban un fallo favorable, que mejoraría su posición, y la verdad es que han retrocedido. Los caminos a seguir tampoco están claros: van desde utilizar a fondo Puerto Bush o Ilo, castigarnos con suspender el comercio por Chile, hasta iniciar el diálogo.

Por su parte, Chile también está sorprendido, pero gratamente. Nadie esperaba una victoria tan rotunda y de ahí surgen una diversidad de políticas a seguir: desde ponerle condiciones políticas a Bolivia (dialogaremos, pero con otro mandatario), hasta reafirmar lo básico: el respeto al Tratado de 1904 y nuestra institucionalidad.

¿Cómo administrar la victoria? La soberbia es mala consejera, la ansiedad también. Todo Estado necesita realizar un riguroso examen de sus principales maniobras. Hoy se aplica a nuestro desempeño diplomático. ¿Por qué nos fue bien en el caso boliviano, y mal en el litigio con Perú?

Lo segundo es prevenir. ¿No tendremos más juicios ante la CIJ? Ojo: ya en Bolivia urgen a una nueva demanda por incumplimiento del Tratado en lo que respecta a libre tránsito.

Retomo lo inicial: el problema no se reducía a una demanda, esta era síntoma del problema real: Bolivia tiene una pretensión territorial en contra nuestra. La ha consagrado en su Constitución. Lo malo es que la relación se ha deteriorrado profundamente en estos años, y su reparación requerirá un largo tiempo.

Por tanto, con el fallo de la CIJ hemos neutralizado la demanda, pero persiste el reto territorial. ¿Qué hacer? Esa respuesta dependerá del diagnóstico que como Estado realicemos de los hechos recientes. Para planificar siempre es necesario conocer el terreno en que tenemos que operar.

Lo que tanto el fallo reciente sobre Bolivia, como ayer el del Perú, nos enseñan es que la integridad territorial del país no está plenamente en nuestras manos. Dependemos de un ente externo. ¿Es eso conveniente para los intereses permanentes de Chile? Ojo, aquí no se está pregonando una renuncia al multilateralismo, ni nuestra pertenencia a la propia CIJ, parte integrante del sistema ONU. Lo peculiar es que en materia de integridad territorial, merced a un pacto continental que solo 13 países han ratificado, estamos expuestos a demandas como la que acaba de zanjarse.

Por ello es un buen momento para examinar nuestra diplomacia y atender sus desafíos estratégicos. Diseñar una defensa multidimensional de nuestros intereses. Todo con estricto apego al derecho, pero preservando que las decisiones sobre nuestra soberanía queden en nuestras propias manos. La forma de ello será parte del debate que tenemos por delante.

Lo que también podemos hacer, sin esperar al nuevo cuadro boliviano, es desarrollar nuestras zonas extremas, en el norte y en el sur, para poder irradiar la influencia de nuestro desarrollo.

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