Ni el diagnóstico ni las soluciones

Gente AFP
Foto: Andres Perez/ La Tercera


En las últimas semanas hemos escuchado diversas voces que se han pronunciado sobre los acontecimientos que vivimos en Chile. Sin embargo, hay algunas, principalmente desde la izquierda, que se han apropiado del diagnóstico del malestar de la sociedad y ahora nos señalan qué cosas son las que deberíamos hacer para salir de la crisis.

Desde ese punto de vista la centroderecha tiene una difícil misión. No solamente debe encontrar las soluciones que vayan en conformidad a su ideario, el cual no se debe privilegiar por razones políticas egoístas, sino porque son las ideas que genuinamente tiene y porque han hecho progresar a los países, dando más oportunidades y facilitando el acceso a una serie de servicios que antes no existían. Adicionalmente, esta misión tiene relación con la capacidad de lograr un diagnóstico propio sobre la crisis política y social que enfrenta Chile.

En primer lugar, debemos rechazar el diagnóstico simplista y falso de aquellos que señalan que todo lo que se ha hecho en los últimos 35 años ha sido un error. Nunca hubo menos pobres en Chile, ni mayor acceso a la educación, salud y oportunidades. Evidentemente queda mucho por hacer, pero no podemos arrepentirnos por las buenas cosas que se han hecho y los logros que se han obtenido.

Además, se debe huir del victimismo que promueven algunos paternalistas, al señalar que los más pobres han sufrido por un sistema injusto que los ha oprimido por todo este tiempo. Nada puede estar más lejos de la verdad. Las oportunidades generadas han permitido más justicia, menor desigualdad y menos pobreza. No hay nadie en Chile que haya estado empeñado en que los pobres no surjan, sino todo lo contrario. Y todas aquellas trampas que se han hecho, han estado fuera del marco institucional y no gracias al marco institucional.

Por último, en la elaboración del diagnóstico debe ir incorporado que muchas veces el Estado no ha estado al servicio de las personas, su crecimiento inorgánico se ha reflejado en un gran aumento del gasto político en desmedro del gasto social. No hay que olvidar que gran parte de la reforma tributaria de Bachelet se fue en más cargos públicos, burocracia, y no en los beneficios prometidos, con las dramáticas consecuencias económicas que eso ha tenido.

Debemos cuestionarnos que en los últimos 10 años el crecimiento ha estado rondando un mediocre promedio en torno al 3%, muy menor a lo que veníamos acostumbrados. Además, que los impuestos corporativos han aumentado un 50% los últimos 10 años. Todo esto ha provocado que Chile sea un país menos competitivo, y que por tanto haya menos inversión, lo que va directamente en perjuicio de las oportunidades que se generan para los chilenos.

Es un error ceder al diagnóstico de la izquierda, porque sobre sus propios análisis ellos siempre tendrán las mejores soluciones.

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