Difícil, pero vale el esfuerzo

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El presidente de la Democracia Cristiana (DC), Fuad Chahin. Foto: AgenciaUno/Archivo


Muchos temas para elegir; desde luego, la decisión del gobierno de marginarse del pacto sobre migración, que nos pone en dudosa compañía (Trump, Orbán, y la pronta incorporación de Bolsonaro). Se ha dicho que se trata de una decisión apurada e inconsulta, puede ser, pero creo que su principal origen está en su popularidad doméstica, a veces, mala consejera en estas materias.

Esta también la interpelación, que más allá del objetivo de los requirentes, le vino bien al interpelado.

Sin embargo, permítame elegir un tema, quizás menos sexy, pero importante para el país, y que, sin ir más lejos, mereció editorial en este mismo medio días atrás.

En los últimos meses se ha hecho evidente el esfuerzo de la directiva de la Democracia Cristiana, que preside el exdiputado Fuad Chahin, por decantar una línea de acción de ese partido que lo distinga del resto de los fuerzas opositoras, y que busca sostener una postura de oposición constructiva frente al gobierno del Presidente Piñera.

Esto último ha sido visible en la disposición al diálogo respecto de diversas iniciativas del Ejecutivo, y hasta en el voto favorable en el Congreso para proyectos como el de Aula Segura.

Se trata de los primeros pasos de la Democracia Cristiana en dirección a marcar su propio sello político en los debates nacionales y recuperar una fisonomía que tendió a desperfilarse en los años de la Nueva Mayoría, que fue una experiencia poco satisfactoria para el partido.

Es temprano para decir qué implicancias tendrá el empeño de la DC por actuar con autonomía.

Es sabido que los procesos electorales condicionan grandemente a los partidos y que la lógica del binominalismo todavía sigue presente en quienes cifran sus mejores expectativas de poder en un esquema de polarización.

Con todo, ya es meritorio que los dirigentes de la DC se atrevan a desafiar esa lógica y que, sin confundirse con el bloque oficialista, procuren mostrar ante los ciudadanos una forma de hacer política que no pierda de vista el interés colectivo y no tema establecer acuerdos en torno a las iniciativas que, por ejemplo, busquen mejorar las condiciones de vida de los sectores más vulnerables.

¿Surgirá de este intento de la directiva de la DC una corriente de centro progresista, que gravite en las opciones del futuro? No hay que descartarlo, y ello supone reconocer que existe un espacio de realismo y moderación con el que tiende a identificarse la mayoría de los ciudadanos. Ello podría ser muy positivo para alentar el diálogo democrático y, ciertamente, para reforzar la estabilidad y la gobernabilidad.

El país tiene por delante enormes retos sociales, económicos, culturales e institucionales para avanzar hacia el desarrollo sin que nadie se quede atrás, y será mejor si no prevalece el espíritu de trinchera, sino, en cambio, se abra paso una política que favorezca los grandes acuerdos. Una sólida corriente de centro puede contribuir a ello.

No se trata de ser majadero en un tema, basado en la cercanía histórica que poseo con la tienda política; se trata de buscar una fórmula política que permita al país recuperar la lógica de los acuerdos, indispensables para los desafíos pendientes y particularmente para enfrentar las reformas que permitan acrecentar grados de legitimación social a nuestra democracia, que como muchas adolece de crecientes y preocupantes grados de desapego.

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