El enigma del nuevo Congreso: la otra parte de la historia

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Si transitar de un gobierno militar a una democracia estable fue una tarea difícil, saltar de ser un país de clase media a un país que genera más desarrollo y progreso es muy diferente y complejo.



Falta una semana para el cambio de mando en el cual Michelle Bachelet 2.0 será reemplazada –a su vez- por Sebastián Piñera 2.0.

El debate veraniego se ha centrado en dos temas políticos más allá del conflicto Carabineros-Ministerio Público: el legado de Bachelet y los equipos del nuevo gobierno.

Se inicia así un nuevo ciclo político.

Con tanta atención puesta en los presidentes, se ha olvidado la otra parte de la historia: para hacer cambios y avanzar en las tareas del gobierno se requiere aprobar leyes en el congreso, y, este nuevo congreso es un total misterio.

El nuevo parlamento es un laboratorio total dado que fue elegido con un nuevo sistema electoral, tiene más miembros que el anterior, incluye nuevas coaliciones políticas, jubila a líderes históricos de la transición e incluye una minoría de parlamentarios de gobierno.

¿Qué va a pasar en el Congreso? ¿Cómo se van a ejercer los liderazgos? ¿Será el Congreso un lugar de acuerdos o será el campo de batalla principal de la política de trinchera? Lamentablemente, las características de las reglas del juego y las coaliciones no pronostican muchas cosas positivas. ¿Por qué?

Porque el nuevo sistema electoral proporcional que reemplazó al criticado pero estable sistema binominal, tiende a la fragmentación política y a la búsqueda de diferenciación e identidad de los partidos, antes que la búsqueda de posiciones moderadas o acuerdos. Y el país necesita acuerdos.

Por otra parte, al aumentarse la cantidad de integrantes  y sumar nuevas coaliciones al parlamento, aumentan los costos de transacción para llegar a acuerdos. Y –nuevamente- Chile necesita acuerdos..

¿Por qué fue exitoso nuestro país en la transición post Pinochet? Por supuesto que por mantener las ideas e instituciones económicas y políticas que se construyeron en el período anterior. Pero más aún, porque tuvimos una generación de líderes en el Congreso que entendieron que desde sus respectivas posiciones tenían que trabajar sus diferencias para construir unidos un país mejor. Si bien este proceso se ha ido deteriorando con los años, sí puede afirmarse que con el nuevo sistema electoral y la conformación del nuevo Congreso, se acabó definitivamente ese ciclo político.

Si transitar de un gobierno militar a una democracia estable fue una tarea difícil, saltar de ser un país de clase media a un país que genera más desarrollo y progreso es muy diferente y complejo.

¿En qué están los nuevos liderazgos y sus coaliciones? Primero, están enfrentados en sus propias guerrillas internas para disputar los espacios de poder en sus propios conglomerados. Pero, más aún, muchos de ellos critican y disparan a quien sea sin disposición alguna a trabajar con miras a construir un proyecto común para Chile. Y la idea de un Chile de los buenos contra los malos ya no existe, no es creíble ni menos deseable.

La otra parte de la historia comienza la próxima semana. Y consiste en el rol que tendrán los liderazgos en el Congreso. Es de esperar que queden atrás los gritones efectistas y pasen a la delantera liderazgos sólidos y de futuro.

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