El falso dilema

Pese al uso de mascarillas, como se aprecia en esta imagen reciente del Paseo Huérfanos, en Santiago siguen aumentando los contagios. Foto : Andrés Pérez


Por Juan Carvajal, periodista y ex director de la Secom

El multimillonario empresario, informático y filántropo ​estadounidense, cofundador de la empresa de software Microsoft, Bill Gates, señalaba hace algunos días que “recuperar la economía es más reversible que revivir a las personas”. La frase adquiere relevancia en tiempos en que Chile aparece “invadido” por el falso dilema entre impulsar la llamada nueva normalización gradual o intensificar las medidas de resguardo ante lo que ahora se denomina “la batalla de Santiago”.

De alguna forma, cuando María Teresa Valenzuela, miembro del Consejo Covid-19, indica que “la epidemia no está contenida, está en plena evolución”, se está refiriendo a toda la carga valórica de factores morales, emocionales y también racionales que hay detrás de esta discusión.

Paralelamente, el Ministerio de Salud anunció medidas excepcionales y sumó más comunas en cuarentena total, tras el alza de contagios que se ha registrado durante los últimos días. Las medidas adoptadas indican que la ciudadanía no está contemplando los resguardos esperados frente a la pandemia y que -con un aumento sustantivo de los contagios- la situación país comienza a verse cada vez más lejos de una posible normalización.

En otras palabras, ¿cómo podría pensarse ahora en el llamado “retorno seguro”, si lejos de disminuir los casos de contagio estos aumentan, si se suman nuevas comunas en cuarentena y la alarma pública tiende a crecer?

Es muy evidente que, como ya lo han recomendado los expertos, hay que seguir echando mano al gasto público, olvidándose de la regla fiscal y principalmente del déficit fiscal efectivo. Ello, porque parece de sentido común que es muy difícil que en los sectores más vulnerables -precisamente hacia donde se han desplazado los brotes más importantes- las personas tengan las condiciones para acatar las medidas sanitarias. Se trata de personas que viven al día y requieren de un importante apoyo del Estado para quedarse en casa.

En otras palabras, aún cuando para los economistas tiende a ser mucho más importante y trascendental que el aparato productivo siga funcionando para echar a andar la producción después, no se debiera olvidar que preservar y cuidar la vida es un principio intransable.

En la situación actual, es fundamental que el Ejecutivo siga el ejemplo de lo que han hecho otros países como EE.UU. o Francia, postergando pagos de impuestos o acelerando pagos del Estado con proveedores. Ya habrá tiempo para discutir cómo se vuelve, y con qué velocidad a la regla fiscal y con qué medidas y en qué tiempo podremos normalizar y estabilizar la economía. 

Por eso, más allá de la legítima preocupación por el estado de la economía y de lo comprensible que resulta la adopción de medidas sanitarias extremas, es fundamental en estos días que el gobierno sea capaz de despejar toda duda posible sobre el origen último de las acciones y del discurso que las explica. La autoridad necesita tener una credibilidad a toda prueba en circunstancias en que la vida o la muerte están en juego en la preocupación de toda la ciudadanía.

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