El riesgo de que 2021 también sea un año escolar perdido

En la medida que las condiciones sanitarias lo permitan, es indispensable ir retomando gradualmente las clases presenciales. No hacerlo traerá graves consecuencias.



Ya es un hecho que el año escolar concluirá a fines de este año, y no se prorrogará a enero, como en algún momento se había pensado. Habrá sido un 2020 prácticamente sin clases presenciales, donde el grueso del proceso educativo descansó en modalidad telemática. Sin el uso de estas tecnologías el desastre habría sido total, pero los resultados -a juzgar por distinta evidencia que se acumula- distan de ser satisfactorios.

Un reciente estudio llevado a cabo por Educación 2020 reveló que el 24% de los estudiantes declara no haber aprendido “nada” este año, mientras que otro 20% señala que “un poco”. Menos de un cuarto del alumnado dice haber aprendido mucho o bastante. Y si los aprendizajes han sido deficientes, los roces que se han generado al interior de las propias comunidades escolares dan cuenta de que el sistema dista de estar bien preparado para las modalidades no presenciales. Un estudio realizado por Criteria, entre apoderados de exclusivos colegios del sector alto de Santiago, mostró una amplia disconformidad de los apoderados en la forma como los establecimientos han manejado la situación. Muchos reclaman por “falta de empatía” con las distintas realidades familiares, que los colegios fueron lentos en brindar apoyo a las familias que lo requerían, la ausencia de protocolos y la resistencia a reducir las mensualidades, entre otros aspectos. No es de extrañar que la sensación dominante -de acuerdo con el sondeo- sea la de un “año perdido”. Si esto ocurre en colegios exclusivos, es fácil imaginarse lo que puede estar ocurriendo en el resto del país.

Toda esta realidad no hace más que reforzar la importancia de que cuanto antes se retomen las clases presenciales, aun si ello es en forma gradual y solo durante ciertos días, porque lo cierto es que ni los colegios, ni los alumnos -tampoco las familias- están preparados para la educación a distancia, y seguir en lo mismo terminará provocando daños irreparables. Si ya la percepción es que el 2020 fue perdido, las consecuencias de repetir lo mismo en 2021 serían inimaginables. Un estudio que el Ministerio de Educación y el Banco Mundial dieron a conocer en agosto, indicaba que si la interrupción de clases se extendiera por todo el año escolar, los estudiantes podrían perder en promedio el 88% de los aprendizajes en un año, afectando sobre todo a los sectores más vulnerables, donde el porcentaje de pérdida se elevaría a un promedio de 95%.

La gran discusión en este momento debería ser entonces cómo poder volver a las aulas en forma segura, y extraer el máximo partido a esta oportunidad, pero es justamente lo que no está ocurriendo, algo que resulta aún más inconcebible cuando están abriendo centros comerciales, restaurantes e incluso preparan su apertura algunos casinos. Los reclamos de apoderados por retomar más días de clases presenciales muchas veces chocan ante el temor -cuando no comodidad- de los propios establecimientos, temerosos ante la posibilidad de contagios. El Colegio de Profesores, instancia que debería ser la más consciente del grave daño que se está provocando en la formación de los alumnos, no hace más que torpedear los esfuerzos del Ministerio de Educación para promover un retorno gradual a clases. En fin, importantes universidades del país, que deberían ser líderes en buscar alternativas que permitan ir recuperando parte de la normalidad -por lo tanto, señeras para el resto del país-, ya han anunciado que el primer semestre seguirá siendo fundamentalmente telemático. No menos llamativo es que por estos días, cuando proliferan las candidaturas presidenciales, ningún líder político parece tener este delicado asunto en su agenda.

En los países desarrollados, donde se vive una violenta segunda ola de contagios, han hecho importantes esfuerzos por no cerrar los colegios, si bien en algunos casos la realidad lo ha hecho inevitable. El anuncio de que pronto podrían estar disponibles vacunas con alta tasa de efectividad, ha abierto sin duda una luz de esperanza. Pero tomará tiempo antes de que vastas porciones de la población puedan estar inmunizadas, y por ello seguirá siendo necesario tener que convivir con el virus. En la medida que los indicadores sanitarios lo permitan, no deberían escatimarse esfuerzos para ir retomando las clases. Ese será el gran desafío para el 2021.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.