El tercer tsunami

25 Marzo 2020 El subsecretario del Interior, Juan Francisco Galli, junto a la subsecretaría de Salud, Paula Daza, la alcaldesa de Providencia Evelyn Matthei, y el prefecto inspector Iván Villanueva, jefe región Policial Metropolitana de la PDI, realizan operativo de fiscalización Coronavirus. Tematicas Coronavirus Providencia Foto : Andres Perez COVID 19 - PANDEMIA - EMERGENCIA SANITARIA - CHILE - FASE 4 - FUNCIONARIOS POLICIA DE INVESTIGACIONES - PDI - GENTE - PERSONAS - MASCARILLAS

Más allá de las medidas del gobierno, que están apuntando en la dirección correcta, los sectores moderados de las principales corrientes políticas, pueden impulsar acciones concretas, si así lo desean, para reducir la incertidumbre y recobrar la confianza.



En los últimos seis meses hemos sido arrasados por dos gigantescos tsunamis, furiosos, inesperados y desconcertantes, que dejan pocas esperanzas de sobreponerse, a pesar de la tradición y la experiencia acumulada por los chilenos en catástrofes anteriores.

El primero, una severa y extendida manifestación social de descontento, de múltiples demandas y resentimientos, acompañada de una explosión de violencia irracional, que muy pronto se apoderó del liderazgo del movimiento.

El segundo, una explosión de contagio sanitario de un virus desconocido, que ha arrebatado muchas vidas, nos ha arrinconado en nuestros hogares, paralizando nuestra actividad económica y despertando los peores temores sobre nuestro futuro, el de nuestras familias y del país.

A su paso, ambas tragedias están dejando una secuela de destrucción física y moral, de polarización y desconfianza, de escepticismo y desprestigio de nuestras instituciones y de pérdida de autoridad y sentido colectivo. Sálvese quien pueda.

Lamentablemente, si oteamos el horizonte, podemos advertir la proximidad de un tercer tsunami: el de las consecuencias de los dos anteriores.

Ya a esta altura se pueden percibir los negativos efectos que están teniendo ambos fenómenos sobre nuestras arcas fiscales, sobre el empleo e ingresos de los chilenos, sobre las exportaciones, base primordial de nuestro desarrollo, y sobre la confianza para invertir y consumir, lo que hipotecará nuestro crecimiento por muchos años. Pero la realidad puede ser aun más dura.

Por de pronto, el retiro del tsunami sanitario en Chile y el mundo no tiene fecha. Ni aún que se encontrara una vacuna o remedio en los meses próximos, de lo que no hay indicios ciertos, es probable que su beneficio demore en llegar a países como el nuestro.

Tampoco está claro que el retiro del tsunami sanitario, provoque el retiro del tsunami de violencia. Más bien parece que no sería así, a menos que una gran mayoría del país, reflejada en las corrientes políticas que la representa, así lo demande.

Ciertamente no estamos en condiciones de contener el tercer tsunami pero sí de aminorar sus efectos, ya sea con pequeñas o grandes decisiones.

Para ello se requiere de voluntad, de nuevos liderazgos, de buena fe y de generosidad en todos los ámbitos de la vida nacional: el político, el económico, el social y el empresarial.

Más allá de las medidas del gobierno, que están apuntando en la dirección correcta, los sectores moderados de las principales corrientes políticas, que representan más de 70% del país, pueden impulsar acciones concretas, si así lo desean, para reducir la incertidumbre y recobrar la confianza.

En tal sentido es preciso despejar cuanto antes la inquietud que genera un proceso constituyente que puede alterar profundamente las reglas de nuestra convivencia y nuestro desarrollo económico, dilatando por largo tiempo las certezas que espera nuestra población, sin razones serias que lo justifiquen.

En lugar de impulsar un plebiscito que reabrirá la violencia, la polarización y la confrontación y que demandará altos gastos, parece preferible que políticos y parlamentarios, todos los cuales han insinuado diversos planteamientos de reformas, se pongan a trabajar ya junto a los mismos asesores que tendrían después, en alcanzar un acuerdo que satisfaga a las partes.

Pero la responsabilidad no es solo de ellos. El sector privado también tiene las suyas. La solidaridad de los que tienen mayores recursos, como ha ocurrido

con varios empresarios de la CPC, puede alcanzar una expresión mucho mayor. Tal vez se necesita una mayor flexibilidad de la ley de donaciones que permita multiplicar la necesaria solidaridad.

En cuanto al ámbito empresarial, creo que los empresarios han escuchado el mensaje y, por tanto, surge la oportunidad inmediata de impulsar un acercamiento a nivel micro con sus trabajadores y con las comunidades relevantes para sus actividades, como la mejor forma para quitarle piso al resentimiento y la desconfianza.

El retiro de las dos olas gigantescas que nos han sacudido y de la tercera que se acerca, puede generar un mejor país si nos lo proponemos.

El autor es empresario

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.