Columna de Max Colodro: El último aliento



Hay poca incertidumbre respecto a qué opción terminará por imponerse en el plebiscito del 25 de octubre próximo; al menos, la mayoría de la opinión pública ya tiene internalizado el triunfo del Apruebo y la única duda es la amplitud de la brecha que lo separará del Rechazo. Donde se mantiene una solapada sensación de riesgo es en lo que va a ocurrir exactamente una semana antes, el día en que el país debe enfrentar el primer aniversario del estallido social.

Nunca sabremos si la decisión de poner el plebiscito apenas siete días después de dicha efeméride fue un descuido o algo intencional, pero lo que suceda este 18 de octubre no solo puede tener incidencia en el resultado del plebiscito sino que, de algún modo, develará mucho del sentido político que ha cruzado las tensiones del último año. En rigor, a partir de marzo la pandemia vino a alterar un curso cuyo desenlace no estaba aún escrito, y en el que pugnaban por imponerse una salida institucional a la crisis y otra insurreccional. La envergadura del drama sanitario y económico generado por el Covid-19, la permanencia del estado de excepción y la dureza del confinamiento vinieron sin duda a debilitar la ilusión refundacional y ayudaron al gobierno a sortear un escenario crítico.

Cuánto sigue vivo de ese fuego desestabilizante que a partir del 18 de octubre alimentó los sueños de ciertos sectores es difícil saberlo. Lo cierto es que, una vez traspasado el umbral del primer aniversario, el país se adentrará en un ciclo marcado por elecciones de todo orden, el gobierno tendrá que abordar su último año de gestión con la carga de la pandemia aún a cuestas, y la vía institucional quedará consagrada como el camino para abordar el delicado momento que atraviesa el país. Este 18 de octubre será, entonces, el último aliento para los actores que todavía abrigan esperanzas de un proceso constituyente distinto al acordado por las fuerzas políticas de gobierno y oposición el 15 de noviembre pasado. Actores que miran con desconfianza el tenor cupular de dicho acuerdo, algo similar para ellos a los pactos de una transición a la democracia de la que nunca se sintieron parte.

Así, cruzado el puente que va del 18 y al 25 de octubre, y con la probable aprobación del proceso constituyente como telón de fondo, el país empezará a dejar atrás el poder de la calle y lo reemplazará por el poder de los votos. Los resultados electorales tenderán a restablecer los equilibrios perdidos durante el último año y el imperativo de los 2/3 para definir el mecanismo y los contenidos de la nueva Constitución, será un marco en que tanto la centroizquierda como la centroderecha coinciden en aceptar el carácter incidente del adversario.

Precisamente el escenario que los promotores de la vía insurreccional no querían verse obligados a asumir; un destino que terminará de consagrarse cuando el próximo 25 de octubre se cuente el último voto.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.