"El violador eres tú"

SALA
PARTIDO COMUNISTA REALIZA HOMENAJE PRODUCTO DE LOS DERECHOS HUMANOS EN EL HEMICICLO DELA CAMARA DE DIPUTADOS. FOTO: DEDVI MISSENE


Está más que repetido que las manifestaciones violentas sin líderes ni propuestas han terminado en la peor anarquía de que se tiene memoria en Chile. Ha debilitado al gobierno y es un hecho que Carabineros está superado en el resguardo del orden público. Los bienes objetos de los ataques -iglesias, monumentos, hospitales, pequeños comercios, entre otros- no guardan relación con ninguna demanda social. Son vandalismo puro y duro.

A nuestro entender, falta cierto contexto en el análisis. Los dirigentes políticos de todos los sectores han sido ciegos y cómplices activos o pasivos del deterioro de la democracia. Están enzarzados en discusiones que no tienen en vista la paz social que ofrecieron y firmaron, sino que aceptan o buscan el debilitamiento de las instituciones y del gobierno. No se ha destacado suficientemente que ello ocurre por el sistemático abuso y desvío del poder, sea por acusaciones constitucionales o por omisión de la aplicación de leyes que reaccionan contra el violentismo. En lugar de buscar la paz para Chile, nuestras elites políticas parecieran estar abocadas a observar el declive del país en un silencio irresponsable o a interpretar arbitrariamente la voluntad de esas masas violentas que se despliegan sin líderes ni contención. Parecen no saber distinguir entre el "estallido social" y la "estampida social", aquella que provoca los despidos masivos, la paralización de inversiones y la desconfianza internacional. El solo hecho de que se haya deducido una acusación constitucional contra el intendente de Santiago por haber "restringido" el derecho de reunión, demuestra que esta garantía -que sabidamente termina en vandalismo- pretende superponerse al derecho a la integridad física y psíquica de las personas y al derecho de propiedad, entre otros. La acusación, entonces, es una incitación encubierta a alterar el orden público y la paz social.

Nuestra población, mayoritariamente, siente el desamparo en que los dirigentes políticos la han dejado. Todo parece indicar que en Chile no era verdad, como aseveró el ex Presidente Ricardo Lagos en 1995, que se había restablecido la democracia y empezaba una primavera de desarrollo, diálogo y respeto por las instituciones. Muchos dirigentes políticos han impuesto una violación sistemática de la Constitución y las leyes vigentes. Peor que eso, en las circunstancias actuales, han dejado de contribuir a la dictación de normas que favorezcan la seguridad de la población, prendiendo fuego a las instituciones. Entonces, es posible pensar que los enmascarados también tienen una cara visible, de carácter político, cuyo fin es socavar la democracia, sea por miopía o por deseo. Ya no se trata de manifestantes anónimos sino de legisladores que juraron respetar la Constitución y las leyes. Por ello, bien vale la pena aplicarles el estribillo de la coreografía de Lastesis.

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