Empresarios familiares en el Chile posplebiscito

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Por Andrés del Río, vicepresidente de la Asociación de Empresas Familiares

Todavía resuenan en las mentes de todos los chilenos los elocuentes resultados del plebiscito del 4 de septiembre. La elección que tomó la ciudadanía en caso alguno puede explicarse por desinformación, como han planteado algunos sectores políticos. Más bien, es el resultado de un proceso de maduración lenta, de largos meses, que decantó en una opinión nítida sobre lo que, al menos, Chile no quiere como propuesta de nueva Constitución.

Es inevitable que ahora se abra una interrogante sobre el nuevo proceso constituyente y se alargue la incertidumbre, pero esto es necesario para construir un futuro mejor y de mayores consensos y, en la necesidad de que la nueva propuesta sea aprobada por grandes acuerdos, idealmente sobre el 70%, para que sea representativa y la sintamos como propia, como parte de las grandes mayorías.

En este contexto, el sector privado y las empresas familiares debemos contribuir aún con más fuerza y determinación a abrir espacios de diálogo que permitan llegar a acuerdos que lleven al país a una senda de desarrollo, con mayor igualdad. Es importante que asumamos un fuerte rol colaborativo, pues el éxito del gobierno está estrechamente conectado con el bienestar de todos los chilenos, incluyendo a hombres y mujeres de empresa.

Los privados debemos tener voz y hacernos escuchar invitando a conversar y a encontrar puntos de acuerdos que lleven al país a avanzar. Desde nuestras empresas familiares podemos aportar a este proceso, porque en ellas hay talento y valiosas ideas que pueden ayudar a este Chile dialogante.

Un aspecto esencial es cuidar las instituciones. Sin ellas se hace muy difícil crecer, porque no se construyen confianzas de largo plazo. Necesitamos, además, trabajar juntos para fortalecer la libre competencia y para que así podamos acceder a precios justos; trabajar para tener una política de impuestos que permita una justa redistribución, evitando caer en errores como que las inversiones nacionales y extranjeras no tengan los incentivos para invertir en el país.

En los últimos 30 años, la recaudación de impuestos aumentó en un 80%, por mayor crecimiento, y solo en un 20% por el alza de impuestos. Entonces, debemos generar los incentivos para que volvamos a la senda del crecimiento. Para contribuir a que haya certezas en el país, más allá del proceso constitucional, tenemos que incentivar que los grandes patrimonios se queden en Chile, porque esos patrimonios generan inversión, crecimiento, empleo y desarrollo para todos. En este sentido, el impuesto al patrimonio va en el sentido contrario a buscar incentivos a que más empresarios vengan a invertir y se queden en Chile.

Más que salir a celebrar o lamentar, creo importante reflexionar sobre lo que pasó, lo que se ha hecho mal y visualizar oportunidades para construir un Chile mejor y más inclusivo. Los empresarios familiares debemos trabajar para que nuestro país sea el lugar donde todos caben y donde las oportunidades están al alcance de todos, no de unos pocos.

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