Columna de Alberto Pacheco: En búsqueda de soluciones a la contaminación por plásticos



Se estima que entre 19 y 23 millones de toneladas de desechos plásticos terminan cada año en lagos, ríos y mares. Una contaminación que no solo afecta el funcionamiento de los ecosistemas, de los cuales dependemos para nuestra vivencia en este planeta, sino que también afecta la salud de todos nosotros.

En América Latina y el Caribe, la gestión de los residuos sólidos ha mejorado durante las últimas décadas, no obstante, apenas se recicla el 10%, y alrededor de 145.000 toneladas se depositan diariamente a basureros a cielo abierto, incluidas 17.000 toneladas al día de residuos plásticos, en su mayoría plásticos de un solo uso, que muchas veces terminan en zonas costeras o marinas (PNUMA/Mar Viva 2022).

En el Día Mundial del Medio Ambiente, conmemorado cada 5 de junio, estos datos deben hacernos reflexionar sobre cómo actuar para invertir esta negativa tendencia que tanto nos afecta a todos.

En febrero de 2022, la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA), aprobó una resolución histórica para elaborar un instrumento jurídicamente vinculante sobre la contaminación por plásticos, en particular en el medio marino, para acordarlo y hacerlo efectivo después del 2024.

No se trata de eliminar el plástico, sino de atender la gran preocupación de los países por el rápido aumento de los elevados niveles de contaminación por plásticos, y sus consecuencias negativas en las dimensiones económicas, sociales y ambientales del desarrollo sostenible.

En un contexto de una triple crisis planetaria –la combinación del cambio climático, la pérdida de biodiversidad, y la contaminación– que cada vez sentimos más, abordar la problemática de contaminación por plásticos se vuelve una necesidad de urgencia. No en vano, el 28 de julio de 2022 la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó su resolución A/RES/76/300, por la que reconoció al medio ambiente limpio, sano y sostenible como un derecho humano fundamental.

La crisis de la contaminación por plásticos se deriva de producir, usar y desechar, una trayectoria insostenible que debemos modificar urgentemente, y que implica tomar acciones desde la fabricación hasta el consumo y la gestión de desechos, y así reducir la contaminación y los desechos en cada etapa de vida.

Un reporte recién lanzado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), estima que se podría reducir la contaminación por plásticos hasta en un 80% al 2040, si actuamos ahora en reutilizar, reciclar, reorientar y diversificar nuestra dependencia al plástico. Invertir en una nueva economía del plástico para el 2040 podría crear al menos 700.000 puestos nuevos de trabajo y mejorar los medios de vida de millones de trabajadores del sector informal, principalmente en los países en desarrollo, lo que supondría un ahorro de US$ 1,4 billones en los próximos 20 años (PNUMA 2023).

Debemos transformar la economía lineal en una economía circular, reforzando la relación científico-normativa a todos los niveles, y esas transformaciones implican invertir en investigación y diseño de materiales alternativos, reformar las infraestructuras destinadas a la gestión de desechos, desarrollar nuevas tecnologías para el reciclaje, cambiar los patrones de consumo e incentivar nuevos modelos comerciales que promuevan usos seguros y eficientes de los plásticos en la economía.

Para el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, todos tenemos un papel clave para lograr un mundo libre de contaminación por plásticos: gobiernos, ciudades, sociedad civil, academia, empresas, y el sector financiero, quienes pueden actuar, comprometerse y formular nuevas normas y estándares. Aún estamos a tiempo porque tenemos soluciones.

Por Alberto Pacheco, representante para países del Cono Sur de América Latina, Programa ONU para el Medio Ambiente

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