¿Entonces qué?

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A la aguda crisis de TVN y su escándalo de remuneraciones sin autorización del directorio, se sumó esta semana otro escándalo de aun mayores proporciones como lo es el tema de la Subsecretaría del Delito y el pago de los favores políticos en una suma mayor a US$ 200 millones. Estos se sumaron al conocido escándalo del Sename y el Consejo Nacional del Niño que creó el anterior gobierno que gastó mucho y no hizo nada, por cierto manejado por las amiguis. También se ha informado que el Transantiago ya nos ha costado más de US$ 6.000 millones en forma directa, y quizás una cifra igual o mayor en gastos aledaños y compensaciones.

Esto va a la par de los jubilazos de Gendarmería y el fraude inédito de Carabineros amparado en el gobierno anterior, que significó cambiar casi de raíz el alto mando y todos hemos visto a Javiera Blanco premiada en un cargo vitalicio, sin que nadie lo logre entender. Por si fuera poco, tenemos un déficit fiscal de enormes proporciones con el endeudamiento asociado y el aumento del riesgo país. Parte no menor de ese déficit son las decenas de miles de apitutados que resulta imposible de remover y que quedarán enquistados.

Entre medio de todo ello, la farándula política se ha dado un festín con Baradit, Villegas, Flor Motuda, y Pamela Jiles. La última de Motuda fue alegrarse de que el Frente Amplio, su propia coalición, no haya ganado las elecciones porque, en sus propias palabras, hubiese sido un tremendo desastre. Todo esto está condimentado por una nueva bancada de parlamentarios que yo llamaría los honorables del 2%, que en realidad no representan a nadie. El binominal, con todas sus imperfecciones, no era peor que lo que hay ahora.

Como marco de referencia estuvieron los diversos dichos como el bingo, las corbatas del Parlamento, las inversiones en el extranjero, y el tan relevante tema Kiki Challenge. Parte de la farándula política fue el curioso permiso para Celestino y también la libertad condicional otorgada por la Corte Suprema para algunos reos de Punta Peuco, todo lo cual encendió el equivalente al Monstruo del Festival. La gota que corona esta telenovelaha sido ver a Carlos Ominami, que como buen marxista ha repudiado las iglesias y la espiritualidad como el opio de los pueblos, ahora está pidiendo el apoyo del Papa para ayudar a Lula. Recordemos que su vínculo con Brasil y el financiamiento de la política es más bien opaco, y su demanda frente a tribunales no pudo ser vista porque los fiscales no hicieron la pega y el plazo expiró, por lo que fue sobreseído.

Agreguemos a este guiso nacional, los cientos de miles de inmigrantes que entraron al país sin regulación alguna, en una situación absolutamente irregular que hace pensar en más corrupción de algún tipo. En el largo plazo serán un aporte para el país, pero en el corto plazo abre nuevos frentes de problemas de los que ya teníamos demasiados.

También hemos visto brotes de populismo en políticos de la derecha tradicional ofreciendo soluciones habitacionales para los votos. También un partido de la coalición empezó a hablar de la "ciudad justa" que es básicamente parafernalia. La izquierda populista sigue proponiendo bonos y diversas formas de gratuidad, a la par de decretos sobre salarios mínimos abultados. La Escondida y Chuqui debaten la huelga. Maersk ya cerró por la presión sindical indebida; también cierra Iansa, y Suazo, y los autos se venden como nunca en la historia.

Sorprende entonces que en nuestro país a la clase política ya no le interesa hablar de la pobreza extrema, de los campamentos, que haya tan poca atención a los temas del adulto mayor, de la preparación a futuro de los estragos del cambio climático, de la congestión de las ciudades y tantos otros temas relevantes. El camino de la polarización y trivialización de los problemas nacionales nunca llega lejos. El camino intermedio de grandes acuerdos nacionales es siempre lo mejor.

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