Epidemia de obesidad: su origen temprano

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Esta columna se escribió en conjunto con Francisco Mardones, Clapes UC.

Chile, con 34, 4% de prevalencia de obesidad en el adulto para el año 2017, es el segundo dentro de los 34 países de la OCDE en cuanto a su frecuencia. Considerando esta situación, el Ministerio de Salud ha solicitado a la U. de Chile un estudio sobre los costos de atención de salud ligados a la epidemia de obesidad, con sus patologías asociadas; el gasto promedio en salud para el período 2010-2030 por causa de la obesidad se proyecta en 1.488 mil millones de pesos anuales.

El país ha venido desarrollando acciones preventivas relativas al etiquetado de los alimentos y a la publicidad de los alimentos infantiles, especialmente. Dado que la epidemia de obesidad no declina, sino que sigue aumentando entre los años 2010 y 2017, con las consiguientes consecuencias negativas en la salud de las personas, cabe preguntarse si es posible realizar alguna otra acción desde el embarazo.

La OMS ha justificado iniciar tempranamente, con un mejor cuidado del embarazo y de la infancia, es decir, en los primeros 1.000 días de vida, la prevención de la epidemia de obesidad y enfermedades crónicas, incluyendo especialmente las cardiovasculares, ciertos cánceres y la diabetes mellitus. Por ello, conviene notar que aunque durante la infancia se ha implementado el programa Chile Crece Contigo, y la embarazada recibe importantes cuidados, esas acciones no han detenido el avance de la epidemia de obesidad, por lo que proponemos mirar otra acción posible durante el embarazo.

La evidencia mundial señala que las alteraciones de crecimiento intrauterino pueden conducir a las principales causas de enfermedades y muerte en el adulto que fueron señaladas más arriba. Por ello, es de gran relevancia preventiva aumentar la cobertura de las acciones de salud y nutrición en las mujeres embarazadas de bajo peso y obesas, donde se concentran las alteraciones del crecimiento fetal.

Las guías de peso gestacional que se están utilizando más frecuentemente en América Latina son las de Rosso y Mardones, y las de Atalah y colaboradores. La evidencia reciente de dos estudios realizados en Chile y Uruguay revela la mayor sensibilidad de la curva de Rosso y Mardones, en relación a la curva utilizada en Chile para diagnosticar alteraciones del crecimiento fetal, tanto por macrosomía como por desnutrición. Por tanto, parece razonable incorporar las curvas de Rosso y Mardones en los servicios de salud de Chile, y de esta manera aumentar el efecto preventivo en la epidemia de obesidad y enfermedades crónicas.

Chile ha tenido un liderazgo en el enfrentamiento de la desnutrición, mortalidad infantil y materna. De no ajustar sus estrategias de abordaje diagnóstico y caracterización, sumado a las recomendaciones y normas en los planes de salud dirigidas a la población sujeta de controles de salud, corre el riesgo de generar situaciones inerciales que impidan resolver las complejidades hoy vigentes, como la obesidad y los problemas asociados al desarrollo integral de la infancia, las mujeres embarazadas y la población en general.

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