Era una voz de alerta



SEÑOR DIRECTOR

En estos días escuché en uno de los muchos y muy buenos análisis políticos post elecciones que hoy es el momento de escuchar y reflexionar, más que de hablar, planificar o culpar.

Se hizo una transformación brutal de Chile a partir de 1973. Y los números están a la vista. Crecimiento, baja de la pobreza, del analfabetismo, de la desnutrición, etc. Eso no lo cuestiona nadie. Pero como todo en la vida, esa moneda tiene dos caras. La otra: el Chile “periférico” es vergonzoso (o si se quiere, doloroso); el “desarrollo” y las remuneraciones en regiones son paupérrimas (ni hablar de la fuga de talentos o de la falta de inversión de los gobiernos centrales -siendo el tren un tremendo ejemplo de lo que somos como país), etc.

Y eso también es culpa de quienes no vimos, no escuchamos, no miramos, repetimos códigos o estrategias añejas como rezos, y, como estábamos cómodos, nunca nos preguntamos -con el corazón y no con la cabeza-, por ejemplo, cuánto tiempo le llevaba a un trabajador llegar a su trabajo a las 8 de la mañana, o dónde vivía, o cómo era su casa. Ya películas como El Chacotero sentimental (año 1999) mostraban la realidad de la época, y de los matrimonios jóvenes que no podían tener relaciones sexuales en sus casas por la calidad constructiva y acústica. A ese matrimonio joven bien poco le importaba (porque no le llegaba) que entre 1990 a 1997 Chile haya crecido en promedio 7,5%. ¡Y han pasado 22 años de eso! Y ya esa película era un llamado de atención.

Hoy, es época de reflexión, y de buscar nuestras propias responsabilidades. Y por lo menos la mía fue el haber visto esa película como una comedia, cuando en realidad era un drama, y a la vez una alerta.

Álvaro Moraga Fritz

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