Esperando a Godot

Sebastián Piñera
El Presidente de la Republica, Sebastian Piñera, junto al Ministro del Interior, Andres Chadwick, encabezan la ceremonia de imposicion de la condecoración de Servicio a la Presidencia de la República y ascensos de oficiales jefes en la Moneda. Foto: Andres Perez


La encuesta CEP trajo malas noticias para el Gobierno. Su aprobación bajó 12 puntos respecto de noviembre del año pasado y su desaprobación aumentó en 11 puntos. La mala evaluación de la gestión del gobierno afecta fuertemente la imagen del Presidente, quien cae en todos sus atributos personales y su evaluación positiva sufre la mayor baja entre los políticos (12 puntos), aumentando significativamente su evaluación negativa. ¿Buenas noticias para la Oposición? En absoluto. La Oposición no logra capitalizar las pérdidas del Gobierno: ninguna de sus figuras logra aumentar su evaluación positiva y tampoco aumenta la identificación o simpatía por este sector. Contra intuitivamente, la mala evaluación del Gobierno no parece estar afectando a la coalición gobernante. La identificación política con este sector se mantiene y los únicos políticos que aumentan su evaluación positiva son de centro-derecha, con un Joaquín Lavín disparado y con altas probabilidades de ser el próximo presidente.

¿Cómo se explica esto? A partir de lo que muestra la encuesta pareciera ser que el mediocre desempeño de la economía nacional explica en parte importante el descontento de la gente. Ahora, el hecho de que la Oposición no aumente en valoración positiva y sólo lo hagan políticos de centro-derecha parece indicarnos que las personas todavía no confían en las capacidades de la centro-izquierda para repuntar la economía. Esta aprensión es razonable, dado que en el discurso político de ese sector el concepto "crecimiento económico" brilla por su ausencia cuando no es de frentón menospreciado. Pero los verdaderos perdedores en la encuesta CEP son los partidos políticos. Si miramos el tercio peor evaluado de figuras políticas, se advierte que en ese grupo se encuentran prácticamente todos los presidentes de partidos; y aquí nadie se salva, ni la derecha ni la izquierda. A ello se suma la disminución de 23 a 19 por ciento de las personas que se identifican con un partido político. La obstrucción de la Oposición y la vehemencia de la coalición gobernante no pasa desapercibida y está siendo fuertemente castigada por la ciudadanía. Este nivel de confrontación está debilitando al gobierno, pero aún más a los partidos políticos y a la actividad política misma.

Mal negocio para todos la falta de acuerdos y sensatez. Puede parecer que unos pierden más que otros, de ahí que unos crean que ese camino valga la pena, pero al parecer no se están dando cuenta que ambos pierden y abren el camino para el populismo, cuya primera manifestación es el desprecio por los partidos y el cultivo del personalismo. Mientras ustedes los políticos discuten sobre problemas intelectuales, las personas lidian con problemas reales. Pareciera que para los políticos es más importante quién administra las pensiones que aumentar las pensiones de la gente, quién administra los hospitales que la salud de las personas, suma y sigue. No se trata de anular las diferencias políticas, pero se trata de poner primero a las personas. La Oposición no puede pretender cambiar el modelo si perdió las elecciones y, aún cuando no esté de acuerdo con el modelo actual, debiera estar abierta a perfeccionarlo en función del bienestar ciudadano. El Gobierno, por su parte, no puede pretender imponer su programa sin ceder, pues fueron los propios ciudadanos los que no le otorgaron mayoría parlamentaria. Mientras no haya un cambio de actitud de ambas partes, difícilmente la política recuperará la confianza de la ciudadanía. Y este cambio no se avizora en el corto plazo. El reciente cambio de gabinete era una gran oportunidad para mostrar un cambio drástico de dirección, sin embargo, los hechos muestran que el Ejecutivo no lo consideró necesario. Por su parte, las declaraciones de la UDI y RN a propósito del cambio de gabinete muestran sin pudor que están más preocupados por las cuotas de poder que de la mala evaluación ciudadana. Y la Oposición pensando a quién acusar constitucionalmente. Habrá que seguir esperando.

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