¿Eutanasia o defensa de los más vulnerables?

Imagen referencial.
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El debate sobre la eutanasia en Chile ha entrado en su momento más crítico, ya que la propuesta de modificación de la ley 20.584 ("ley de derechos y deberes que tienen las personas en relación con acciones vinculadas a su atención en Salud") ha llegado a sus fases finales (comisión de salud del senado). Por otro lado, todavía se está discutiendo sobre la cobertura financiera de los cuidados paliativos con acceso universal, es decir, para todos los pacientes que se encuentren con dolores y sufrimientos incurables. Por un lado, entonces, se está pidiendo que el personal médico entregue al paciente "un fármaco, para que se lo autoadministre y con ello cause su propia muerte" (art. 16bis). Por otro, se quiere dar la posibilidad a la mayoría de los pacientes que prueban dolor y sufren (tanto a nivel físico como psicológico y existencial) que accedan a terapias adecuadas, que alivien esos síntomas.

Parecería tratarse del mismo acto, pero no es así. Si mirásemos solamente los resultados, probablemente no nos daríamos cuenta de la gran diferencia que hay entre los dos. A través de la eutanasia –o suicidio asistido, en este caso– lo que hace el médico es matar directamente al paciente, no preocupándose de una terapia adecuada a sus síntomas. A través de los cuidados paliativos, lo que hace el médico es tratar de responder, mediante sus conocimientos y experiencia, a una situación difícil, con los medios que tiene a disposición. En resumen: la muerte como respuesta o la terapia como respuesta. Se trata de una gran diferencia, sin duda.

Hay otro aspecto, que vale la pena mencionar, y que tiene que ver con la idea de sociedad que tenemos. Pongamos el caso en que se apruebe una ley de eutanasia y no haya cobertura económica de cuidados paliativos universales. Si fuera así, los pacientes que no tuvieran suficientes recursos o apoyo social y familiar, no tendrían otra posibilidad si no pedir la muerte, si no quieren sufrir demasiado. ¿Se trataría de un estado verdaderamente liberal, por el que todas las buenas elecciones serían garantizadas? ¿No se trataría, por si acaso, de una elección obligada – es decir, la muerte – y que va en desmedro de los más vulnerables? Si no ofrecemos una posibilidad de elegir verdaderamente un buen morir (con terapias adecuadas), ¿cómo podemos hablar consistentemente de una "eu-tanasia" ("buena-muerte")?

Se agregue, además, el hecho de que, en un estado en el que la eutanasia se presenta como una vía "legal", también se ofrecerá como la solución más barata, ya que matar a personas no cuesta mucho: lo que cuesta es garantizarles una buena calidad de vida. Tal como afirma José Miguel Serrano (Universidad Complutense de Madrid): "El llamado derecho a morir dignamente es infame cuando lejos de suponer una opción o no de tratamientos se convierte en la obligación de matar". Frente a esa posibilidad no queda otra opción, para las personas que quieren seguir viviendo (a pesar de que se encuentren en una condición de vulnerabilidad muy extrema) el mostrar que sus vidas siguen siendo buenas. Y que sigan siendo buenas a pesar de que sean más caras, tanto para los médicos, como para los seguros, como para los parientes y la sociedad. ¡Qué paradoja!

La eutanasia se transforma, así, como dice Vicente Bellver (Universitat de Valencia), en "la imposición de la voluntad de una minoría presuntamente ilustrada que quiere decidir cuándo morir, sobre la de una mayoría que quiere llegar al final de sus vidas sin sufrir dolores, ni ser una carga insoportable para sus familias".

En resumen, en esta decisión –eutanasia o cuidados paliativos– Chile (y sus políticos) mostrará a la gente si está a favor de los más vulnerables o en contra de ellos, si quiere ser un "país responsable hacia todos los ciudadanos" (Paola Binetti, senadora italiana) o un país preocupado de pocos.

Esperamos que este país no nos pida demonstrar, una vez más, porque nuestras vidas son valiosas. Esto sería lo más absurdo de un Estado, que tendría que estar preocupado antes que todos por nuestras vidas, y por eso protegerlas, con leyes buenas y recursos adecuados.

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