Evasión en Transantiago, ¿bajar la fiebre o comprar un termómetro nuevo?

El aumento de la evasión en el Transantiago para el primer trimestre de este año muestra un retroceso de casi cinco puntos porcentuales. La reducción lograda el último trimestre del 2017 consiguió bajar desde 34,8% a 23,7% la evasión registrada en el sistema, pero los últimos datos nos dicen que hemos llegado a 28,5% quedando nuevamente muy cerca de los treinta puntos.

Han aparecido críticas que dicen que es muy extraño que en un trimestre se baje 10 puntos y el siguiente se suba 5, y que, en consecuencia, deba revisarse el mecanismo de medición ya que la muestra que se toma no es representativa. Pero, si bien todo mecanismo de medición de la evasión se realizará siempre mediante una muestra (que puede mejorarse), el problema sigue siendo la evasión. Como primer dato, la evasión se informa como un promedio del sistema, pero es fácil identificar las diferencias entre las distintas unidades de negocios (o recorridos), y claramente no está distribuida de forma homogénea. En algunos sectores de la ciudad existen evasiones de un 40% y en otras de un 10% y la localización de esta evasión es un dato que debería guiar las acciones más que el valor promedio, ya que las características de cada sector de una ciudad tan polarizada como es Santiago, permitiría acciones mas efectivas.

Junto a esto, otro factor a considerar al proponer el cambio del sistema de medición de la evasión es el valor de la información acumulada históricamente. La continuidad en un sistema de medición, permite mantener un registro que entrega información del comportamiento a largo plazo. Este comportamiento puede relacionarse con las acciones tomadas y así evaluar su efectividad. Al hacer un cambio en el mecanismo de medición, se reinicia el comportamiento histórico. Y es importante recordar que toda comparación con los valores anteriores será de poca utilidad ya que corresponderán a datos de diferente naturaleza. Por lo tanto, cuidémonos de plantar conclusiones radicales al recibir los datos de un nuevo mecanismo de medición, ya que no serán comparables.

Ahora bien, el problema fundamental es la alta evasión en el sistema, y el incremento que ésta presento al comienzo de este año tiene a mi juicio dos razones fundamentales:

La primera, el aumento en el valor del pasaje. Se espera que por cada $10 de aumento del valor de la tarifa, se incremente la evasión en 1% (punto porcentual). Pero el aumento de valor fue de $20, y la evasión superó en tres puntos el valor supuestamente esperado.

En consecuencia, debe existir algo más. La segunda razón, corresponde a un proceso participativo de licitación, en el que se creó la expectativa de mejora de la calidad del servicio, incluyendo mejores buses, mas confort al interior de ellos, nuevos trazados, buses eléctricos y otras cosas. Todo esto quedo detenido al suspenderse el proceso producto de la demanda al tribunal de libre competencia por las supuestas barreras de entrada.

Es urgente que las acciones del Ministerio de Transportes y la DTPM, logren presentar una propuesta consistente lo antes posible. La ministra Hutt ha planteado alternativas muy interesantes: involucrar a Metro en la operación de líneas de buses, aumento de los buses eléctricos, recuperar los procesos de participación en el diseño de una nueva licitación, entre otras cosas. Pero los plazos son apremiantes. En octubre se vencen contratos de licitación con un conjunto importante de empresas y se deberá tomar decisiones fuertes. Renovar los contratos solo por no haber logrado conformar una propuesta a tiempo, puede ser una decepcionante señal para los usuarios del Transantiago. Y probablemente solo contribuirá a empeorar la situación de la evasión.

Entendiendo que mejorar el mecanismo de medición puede hacer que los números serán más precisos y así ajustar las acciones a desarrollar, lamentablemente puede parecerse a comprar un mejor termómetro para diagnosticar la fiebre, pero sin hacer nada por bajarla.