¿Falta de equidad en la PSU?

PSU
Foto: Patricio Fuentes Y./Archivo


La PSU es un paciente para el cual entidades internacionales especializadas, como Pearson y el Educational Testing Service, han hecho diagnósticos y cuyo tratamiento se ha debatido repetidamente, pero al que nunca se le ha aplicado terapia eficaz alguna. Al respecto, no cabe duda de que la prueba requiere cambios mayores y urgentes y por ello recientemente se formó una comisión de rectores, la cual procurará determinar cuáles son las modificaciones necesarias para contar con un instrumento técnicamente sano y adecuado a sus objetivos.

Sin embargo, en ocasiones anteriores las tentativas de mejora pusieron énfasis solo en aspectos de detalle y al considerar los objetivos de la PSU perdieron de vista el norte. Siendo la actual una comisión formada por quienes presiden las instituciones usuarias de la prueba, hay esperanzas de que esta cura sí entregue resultados. La PSU se concibió ligada al currículo de educación media, reemplazando a su antecesora, la PAA, un instrumento más orientado a aptitudes. Por lo anterior, partió del hecho que los aprendizajes de los estudiantes en media constituían los prerrequisitos para los de la educación superior. Por esto, se asumió que la PSU, al ordenar a los alumnos, como prueba de selección que es, lo hace a partir del dominio que ellos posean de tal currículo. Hasta aquí la lógica era impecable.

Sin embargo, dado que la calidad de la educación media en Chile dista de ser alta y uniforme, no extraña que los estudiantes afectados por el efecto que los especialistas llaman "el doble riesgo", que consiste en provenir de hogares desfavorecidos y además asistir a establecimientos de baja calidad, sean perjudicados por los resultados de la PSU. Sin embargo, tildar a la prueba de injusta y discriminatoria es atribuir la fiebre al termómetro y no a la enfermedad, dado que, si el currículo es su base, ella solo ordena a quienes la rinden de acuerdo con su manejo de éste.

La solución real del problema a largo plazo es la mejora sistemática, uniforme y definitiva de la calidad de la educación media, y en el corto la introducción transitoria, en el proceso de selección, no así en la prueba, de mecanismos que compensen por el "doble riesgo". La eventual reducción del nivel cognitivo de las preguntas de la PSU, mencionada, entre otras, en una proposición para la nueva componente de escritura, en cuanto al uso solo de textos sobre temas conocidos, entregaría una imagen falsa de la situación de los estudiantes afectados y un diagnóstico errado para el apoyo remedial requerido, el que debe otorgarles la universidad, ya que sin el cual estarían irremisiblemente condenados al fracaso. Confiemos en que, al fin, esta nueva comisión encuentre y aplique la receta correcta, para resolver un padecimiento endémico de la educación chilena.

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