Feminismos en el comité político: un asunto estratégico



Por Luna Follegati, doctora en Filosofía e historiadora. Investigadora UMCE

El viernes 21 de enero, Camila Vallejo, recién nombrada ministra de la Secretaría General de Gobierno, anunciaba una importante medida en el punto de prensa dispuesto en el Museo de Historia Natural: la incorporación del Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género en el comité político, grupo de ministras y ministros que se reune periódicamente todos los lunes en La Moneda para llevar el pulso del acontecer político nacional, y también para plantear los principales lineamientos de la implementación del programa.

Este anuncio, más que un gesto, se traduce en un hito importante para el reconocimiento histórico de las demandas feministas en el plano institucional. Así, la icónica imagen que circuló por redes sociales que comparaba el gabinete de 1990 con el actual, resaltando el carácter variopinto de los y las ministros/as, niñas, niños y colores que alegraban la fotografía, contiene un correlato concreto: la agencia política que implica la incorporación de los temas de género y del feminismo en La Moneda.

Y es que no es solo género, sino también feminismo. Con el nombramiento de Antonia Orellana como ministra de la Mujer y la Equidad de Género, ingresa al gobierno una mujer feminista, connotada luchadora y activista por los derechos de las mujeres y las disidencias, y se abre paso la incorporación estratégica del feminismo como una perspectiva política que viene a remover las formas anquilosadas, donde se contenían los temas de género como un capítulo aparte y que vaciaban el carácter transformador de esta perspectiva.

Comprender el feminismo como una fuerza social y política estratégica implica reconocer políticamente la transversalización del género en toda dimensión de la institucionalidad, desde los espacios de elaboración y discusión hasta la implementación de las políticas sectoriales que se deben traducir en una mejora concreta nuestra vida.

Con la ministra ingresan también las reivindicaciones y luchas históricas del movimiento feminista, se introduce el feminismo como una cotidianidad en la discusión política gubernamental y se posicionan aspectos clave que han sido plasmados por años en las marchas y manifestaciones callejeras. La inclusión del Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género al comité político no es cosmética; con ella se abren paso las feministas que año tras año han clamado por una política paritaria, por los derechos sexuales y reproductivos y por una igualdad sustantiva que se demuestre en cada iniciativa pública. Junto al Ministerio se incorporan las demandas que cuestionan la restricción de derechos para las diversidades y se enfatiza en la necesidad de seguir avanzando en una sociedad donde todas y todos tengamos un trato igualitario, justo y libre de violencias.

Los feminismos en el comité político vienen a recordarnos la fuerza democratizadora del movimiento. Nos confirman la necesidad de ampliar la mirada y de reconocer que los derechos de las mujeres y diversidades contienen un énfasis político imposible de soslayar: que la democracia solo es tal en tanto todos y todas participamos; sin exclusiones. Así, estos iniciales pasos señalan la dirección correcta en la cual nos dirigimos, una donde el gesto no es solo retórico, sino que advierte un doble rol, la efectiva transversalización de género en la lectura política y la incorporación de esta perspectiva en uno de los espacios políticos más importantes. Así, los derechos de las mujeres y las diversidades refuerzan un proceso democratizador en la toma de decisiones, pero también una mejora sustantiva, real y material de la vida de las mujeres, las diversidades y la sociedad en su conjunto.

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