Generación pandémica en el jardín y la sala cuna



Por Claudia Fasani, jefa nacional de educación inicial del Hogar de Cristo

Este fin de semana nos golpeó el caso de una mamá que le daba explicaciones a la profesora porque su hijo no asistiría a sus clases virtuales. “No es por flojito. No tengo pan para el desayuno. Solo me queda arroz y prefiero que duerma hasta tarde y cuando despierte dárselo de almuerzo. No tengo nada más”. Estremecedor.

Tan estremecedor como el dato que traían los diarios este domingo: la alarmante cifra de abandono a causa de la pandemia en la educación parvularia, que alcanzó su peak más alto de los últimos 10 años. En prekínder han salido casi 4 mil niños, un 25% más que en 2020 y un 98% más que en 2012. Y en kínder, el abandono aumentó un 48%, entre 2020 y 2021.

En las salas cunas y niveles medios, las cuarentenas nos han obligado a innovar rápidamente, creando nuevas formas para no perder la continuidad de la educacion de los niños y niñas. Sin embargo, la educación virtual no es para todos una alternativa al aprendizaje presencial. Es el caso de una mamá del norte que trabaja en una pescadería y que nos ha pedido que no le mandemos más material, que no tiene tiempo ni ánimo, después de sus extenuantes jornadas de trabajo, “para dedicarse a estimular al cabro chico”. “No me manden más cuestiones”, dice con razonable hastío.

Es razonable pensar que la educación inicial al no ser obligatoria, tiene tasas de abandono aún mayores. Antes de la pandemia el 60% de los niños de 0 a 4 años no asistía a salas cuna ni jardines infantiles. Y los padres de los 62 mil más pobres preferían no llevarlos por desconfianza o temor a las exigencias, privándolos de una etapa clave del desarrollo y el aprendizaje que se logran fundamentalmente en la participación in situ.

Los resultados de un estudio del Centro Encuestas y Estudios Longitudinales de la Universidad Católica entregado a mediados de marzo y hecho entre 240 niños y niñas de 3 a 4 años en 7 jardines infantiles de la Región Metropolitana son concluyentes: “La pandemia y su impacto sobre la dificultad para hacer clases presenciales ha producido brechas de aprendizaje. El rezago en vocabulario, desarrollo general y socioemocional, es importante, los niños evaluados demuestran un desempeño muy menor que el logrado por una población equivalente en 2017”.

¿Qué hacer para minimizar el daño de la que será la generación de la pandemia, en particular de sus integrantes más pobres y de los más pequeños? Por ahora lo que se está haciendo: clases virtuales con los excelentes materiales que se han desarrollado; modalidad híbrida en los territorios en Fase 2 con las máximas condiciones de seguridad sanitaria; apoyo a las familias con énfasis en sus necesidades particulares, considerando sobre todo las brechas digitales.

Pero el impacto severo de no tener educación presencial en todos los niveles, especialmente en el inicial, debe convocar a todos los expertos para definir cómo lo haremos una vez que volvamos a la normalidad. Nivelar a la generación de la pandemia es una oportunidad para construir sistemas educativos más equitativos, seguros, con innovaciones constantes, impidiendo profundizar una brecha que a largo plazo significará una pérdida de capital humano difícil de revertir.

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