Gobernar con mal tiempo

Sebastián Piñera
Presidente Sebastián Piñera. / Foto: Agencia UNO


Como la encuesta CEP registró una alta desaprobación a la gestión de Piñera, algunos opositores han sentenciado el desplome del gobierno. Es una lectura evidentemente condicionada por los deseos. Suena aventurado dictar sentencia de fracaso definitivo cuando ha transcurrido un año y tres meses del período presidencial. En todo caso, las encuestas reflejan las percepciones y el estado de ánimo que predominan en el momento de la consulta, y el gobierno debe hacerse cargo de la insatisfacción.

Es llamativo que, a la vez que baja la aprobación al gobierno, sube la evaluación positiva de varias figuras de la centroderecha, Lavín en primer lugar, quien desde hace tiempo y con gran olfato, busca escapar de los encasillamientos. Solo 15% se identifica con la izquierda/centroizquierda, 14% con la derecha/centroderecha y 7% con el centro, mientras que 64% no se reconoce en tales tendencias. Ese es el país que tenemos. La mayoría de los ciudadanos no se sienten comprometidos con los alineamientos tradicionales y actúan con amplia libertad para juzgar a quienes gobiernan y, por cierto, para decidir el voto. En consecuencia, la política se ha vuelto menos previsible y han aumentado los riesgos de errar en los diagnósticos y pronósticos. Dar por muerto al adversario puede ser una manifestación de ello.

¿Tienen motivos para celebrar los opositores, en particular quienes gobernaron hasta marzo del año pasado? Ninguno. El descenso de la aprobación a Piñera no se traduce en mayor popularidad de sus figuras, salvo Bachelet que está lejos y ya no compite. El presidente del Senado, Jaime Quintana, del PPD, que se mueve como líder de la oposición, obtuvo 14% de evaluación positiva y 34% de evaluación negativa.

El país tiene fortalezas de las que carecía hace 30 años, y por eso mismo la población se ha vuelto más exigente, pide mejoras tangibles y se molesta cuando las explicaciones que dan las autoridades son confusas o insuficientes. Esto hace más compleja la tarea de gobernar y puede ser aprovechado por las diversas variantes del populismo. Sin mayoría parlamentaria, Piñera ha abarcado más de lo que puede apretar. Por si fuera poco, pretende achicar el Congreso, y eso será pura pérdida de tiempo. No le sirve estar en misa y repicando: su responsabilidad es dirigir, y eso se hará más difícil por las disputas en la coalición gobernante.

Si el gobierno muestra avances respecto de la delincuencia, las pensiones y la salud -asuntos prioritarios para la mayoría-, recibirá reconocimiento. Del mismo modo, si consigue articular el crecimiento económico y el desarrollo social. Para todo ello es clave que resuelva el déficit comunicacional. Necesita informar mejor a los ciudadanos, argumentar convincentemente, no mostrar autocomplacencia. No tiene sentido que siga criticando al gobierno pasado. Necesita promover un clima de trabajo y cooperación.

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