¡Gracias Gustavo!

El arquitecto Gustavo Munizaga.


Gustavo Munizaga Vigil. Nació en Chile en 1937. No era twitero famoso, ni influencer, ni rockstar, ni premio nacional de nada… Fue algo mucho más importante… Fue un hombre que dedicó su vida a formar arquitectos, enseñando y compartiendo con especial pasión, la arquitectura y el cariño por la ciudad. A sus 85 años, nos ha dejado; con una tarea inmensa y con un regalo que hoy agradecemos.

Gustavo venía de una familia donde se respiraba arquitectura. Su padre fue el gran arquitecto Escipión Munizaga, socio de Carlos Cruz, de notable obra entre 1920 y 1970. Siguiendo una ruta conocida, estudió Arquitectura en la Universidad Católica, y luego obtuvo una maestría en Diseño Urbano por la Universidad de Harvard (1965), donde fue alumno de Maki y Sert. Fue docente por más de 50 años, ejerciendo su docencia tanto en Chile como en el extranjero. Fue profesor titular y también director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica. Enseño también en la FAU de la Universidad de Chile y luego, junto a otros, fue fundador de la Escuela de Arquitectura de la UDP. Autor de libros de texto para la enseñanza de la historia de la ciudad, del urbanismo, y de sus teorías y modelos. Pensador desde su origen de “Ciudad Curauma” en Placilla y también arquitecto del notable campus del Colegio Saint George’s de Santiago junto a Gómez, Atria y Lira.

Su forma de ser no dejaba a nadie indiferente y siempre decía las cosas por su nombre. Para los que tuvimos el privilegio de compartir con él como profesor, luego como colega, y también como amigo; podemos decirles con convicción que Gustavo fue más que eso…fue un verdadero maestro. Maestro como los que quedan pocos, un maestro de tomo y lomo. Su obra principal fueron las personas, todos aquellos arquitectos que formó, que alentó, que apoyó, que orientó y que acogió. Fue definitivamente un arquitecto de personas.

Para él, lo central era contagiar su pasión por la ciudad y que los que estaban a su alrededor, con ganas de aprender y florecer, lo hicieran. Lo tenía sin cuidado la figuración y la fama ligera. Le importada que los que venían desde abajo, más jóvenes e inexpertos se foguearan, aprendieran y crecieran. Su trabajo era callado, dedicado y permanente. Él nos enseñó método, rigor y resiliencia ante la adversidad. Nos mostró la riqueza de comprender la ciudad y la arquitectura como el reflejo de cuestiones sociales más profundas y complejas. Aprendimos de política, de consideraciones sociológicas y económicas, que rara vez se abordaban en las aulas. Era un detractor del purismo arquitectónico, y del ego que contaminaba a muchos de sus colegas. Sin duda, su consistencia y perseverancia le permitieron instalar la temática urbana desde las aulas, los libros, y sus proyectos; aun cuando muchas veces era incomprendido. Incentivó y cultivó vocaciones al servicio público, a la docencia y también al ejercicio libre de la profesión; en todas ellas con atención especial a crear mejores ciudades para las personas.

Nos reconocemos parte de la obra de Gustavo, y como obra viva, compartimos este testimonio y agradecemos al maestro que nos deja. Buen viaje amigo!

Por Ricardo Abuauad, Pablo Allard, Luis Eduardo Bresciani, Felix de Amesti, Orlando Mingo, Roberto Moris, Julio Nazar, Alex Nohra, Julio Poblete, Marcelo Reyes

Arquitectos PUC, ex alumnos y colaboradores

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